Lisboa. Miles de personas salieron ayer a las calles de Lisboa y de otras ciudades portuguesas para protestar contra los crecientes precios de los alquileres y de las viviendas, en momentos de que la elevada inflación hace aún más difícil llegar a fin de mes.
“Queremos casa para vivir”, “La casa es un derecho” o “Tanta gente sin casa, tantas casas sin gente”, eran algunas de las consignas. Las masivas manifestaciones de Lisboa, Oporto, Viseu, Aveiro, Coímbra y Braga se realizaron en un ambiente festivo, con música y bailes para reivindicar el “derecho a la ciudad”.
Asistieron representantes de asociaciones vecinales y otros sectores sociales que piden el fin de los desahucios y realojamientos, informa el diario luso Público.
La líder del Bloque de Izquierda, Catarina Martins, participó en la cita de Lisboa. “Tenemos unos de los salarios más bajos de Europa y de las casas más caras del mundo”, reprochó, al tiempo que exigió el fin de los beneficios fiscales a los fondos inmobiliarios “que ganan más con las casas vacías que lo que ganan con la gente dentro”.
Portugal es uno de los países más pobres de Europa Occidental. Datos gubernamentales muestran que el año pasado más de 50 por ciento de los trabajadores ganaron menos de mil 84 dólares al mes. El salario mínimo mensual es de 826 dólares.
Los alquileres en Lisboa, punto turístico, han escalado 65 por ciento desde 2015, mientras los precios de venta se han disparado 137 por ciento en 2022, según las cifras de Confidencial Imobiliario, que recopila datos sobre vivienda. Los alquileres subieron 37 por ciento sólo el año pasado, más que en Barcelona o París, de acuerdo con Casafari, otra empresa de datos en el sector.
La situación es especialmente dura para los jóvenes. La renta promedio de un departamento con un dormitorio en la capital portuguesa ronda mil 467 euros, señala un estudio del portal inmobiliario Imovirtual.
El mes pasado, el gobierno socialista anunció un paquete de medidas en materia de vivienda que, entre otras medidas, ponía fin al polémico plan de la Visa Dorada y prohibía nuevas licencias para propiedades de Airbnb, pero los críticos dicen que es insuficiente para reducir los precios a corto plazo.
En la manifestación, el ilustrador Diogo Guerra, de 35 años, señaló que todos los días escucha historias de personas que luchan por acceder a una vivienda. “Gente que trabaja y se queda sin casa, gente desahuciada porque su casa se convierte en alojamiento de corta estancia (para turistas)”, afirmó.
Los bajos salarios y las rentas elevadas hacen de Lisboa la tercera ciudad menos viable del mundo para vivir, de acuerdo con un estudio de la correduría de seguros CIA Landlords. La tasa de inflación actual en Portugal, de 8.2 por ciento, ha agravado el problema.
“Con mi sueldo, que es más alto que el salario promedio en Lisboa, no puedo permitirme alquilar un piso porque es demasiado caro”, relató Nuncio Renzi, ejecutivo de ventas italiano que vive en esa capital.