La suspensión del comercio internacional de vida silvestre de México afectará a por lo menos 230 ejidos semiáridos en el país que producen candelilla, a las comunidades pesqueras que exportan aletas de tiburón y a pueblos indígenas como los seris de Sonora, que dependen de la cacería deportiva de borrego cimarrón, cuyos trofeos llegan a costar hasta 60 mil dólares, así como a miles de unidades de manejo para la conservación de vida silvestre.
Una delegación de la Secretaría de Medio Ambiente está en Ginebra, sede de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), con la intención de revertir la suspensión del comercio exterior de vida silvestre, la cual se oficializó el lunes.
La Cites rechazó el plan de trabajo del gobierno mexicano para el combate al tráfico de totoaba, en cuya captura muere la vaquita marina, especie de la que quedan una decena de ejemplares, y notificó de la sanción comercial a los 184 países que la integran.