Ciudad Juárez, Chih., Alexander esperaba con emoción el día de su cumpleaños. Planeaba poner en pausa la penuria que por meses había enfrentado al atravesar casi medio continente para celebrar a lo grande. Hace apenas unos días confesó sus festivas intenciones a sus compañeros de travesía, pero no contaba con que sería detenido e internado en la estación migratoria anexa al puente internacional Lerdo, donde la noche del lunes un incendio le arrebató la vida, junto a casi una cuarentena de migrantes.
Salió de Venezuela hace unos meses con la ilusión de llegar a Estados Unidos, buscando una oportunidad laboral que le permitiera ganar dinero y enviarlo a su país para ayudar a los suyos. La tragedia no le permitió llegar a su vigesimoprimer cumpleaños, murió tres días antes por asfixia, víctima del encierro en la estación.
Joel Alexander Leal Peña es uno de los nombres en el listado de víctimas y heridos que difundió el Instituto Nacional de Migración (INM) a raíz del percance.
En su memoria –justo hoy, en su cumpleaños– varios de los extranjeros que desde el martes se plantaron frente a la llamada “zona cero” lo recordaron y organizaron un espontáneo festejo que trasmutó en acto político.
Los ritmos del vallenato surgen de una pequeña bocina y la voz es la del cantante colombiano Diomedes Díaz: “Vamos a festejar con emoción/ Su cumpleaños/ Vamos a decirle con amor/ Que le felicitamos/ Que la virgen le tiene que cuidar/ Que de mi parte nada en la vida le faltará/ Y que los cumpla feliz muy feliz/ Deseamos todos en esta reunión/ Tus amistades llegamos aquí/ Pa’compartir esa gran bendición”.
Se trata de la pieza Tu cumpleaños, la más tocada en cada partida de pastel en aquellas tierras sureñas de las que Alexander era oriundo. No podían quedar de lado las muy mexicanas Mañanitas y finalmente la porra.
En medio de la tragedia –la personal y la colectiva–, los migrantes se dan un respiro para el festejo, pero de inmediato los cantos se vuelven reclamo: “¡Justicia, justicia, justicia!”.
Jorge Benítez, también venezolano, toma el micrófono y suelta: “Esto más que una fiesta es político. Estas muertes no pueden quedar impunes, sólo pedimos justicia y que se nos respeten los derechos”.
Los saldos de la desgracia son visibles en la actitud de todos quienes aquí se congregan, mientras el enrejado que rodea la estación grita los reclamos en decenas de carteles. Dos resaltan sobre el resto: “El problema es que hay más xenófobos que migrantes”, reza el primero; en el otro se lee: “Migrar no es delito, Juárez = Crimen”.
Jorge y Alexander apenas se conocieron, pero se hicieron amigos. “Era alegre, te tendía la mano y se quitaba el pan de la boca para dártelo. Nosotros (los migrantes) no necesitamos conocer toda la vida a una persona para hacer amigos, en el camino los haces, se pasan muchas dificultades y terminas conversando, compartiendo los sueños”. Y el sueño es el mismo para todos: llegar al norte.
Confía que esta fatalidad haga que el mundo voltee los ojos hacia el complejo fenómeno y que las políticas dictadas desde Estados Unidos se transformen. “Que sean más humanas. Estas son cárceles, yo estuve en la de Chiapas, todas son iguales. ¿Somos presos o somos migrantes? ¿Por qué no abrirles las puertas? ¿Pa’ónde se iban a escapar? ¿A un semáforo a limpiar vidrios, a pedir dinero en las calles? Así los agarraron, no estaban cometiendo un delito”.
Tras de Jorge otro cartel llama la atención. Tiene la foto de Alexander, un moño negro en señal de luto y la demanda de justicia. Sobre éste, muchos escribieron en tinta su sentir, el más conmovedor reza: “Hoy el cielo está de cumpleaños”.