La resistencia masiva activada desde hace meses e intensificada las pasadas semanas en contra de la imposición arbitraria de una ley de jubilación. Las calles de París y muchas otras ciudades de Francia son el territorio de la confrontación entre el pueblo enardecido, ofendido, y el gobierno. Arde París y arde Francia. La basura, 20 mil toneladas en París, se acumula, las estaciones de gasolina abiertas escasean, la refinería tomada, los trenes van parando, bloqueos diversos, las escuelas hacen paros escalonados hace dos meses, dos centrales nucleares están tomadas, las jornadas de huelgas y de marchas se van apretando. No sólo arde París: toda Francia está al borde del incendio. La policía ha inaugurado un nuevo método de ataque: las Brigadas de Acción Rápida, cuerpos en motocicleta equipados para arremeter a fondo. Mil quinientos arrestados, 400 heridos. Los franceses están cada vez más encabronados, es la palabra que repiten, las centrales sindicales dicen que Macron “quiere vernos la cara de pendejos” ( il se fout de notre gueule), es “un arrogante, mentiroso y violento”. Este domingo unas 20 mil personas de la Confederación Campesina y grupos ecológicos que protestaban contra la construcción de grandes depósitos privados de agua fueron agredidos brutalmente por unos 3 mil policías que protegían las obras.
Los agravios se acumulan desde hace meses. La inflación este 2023 está en 15.5 por ciento y se prevé una escalada hasta 25 por ciento. La gasolina y la luz a precios jamás vistos, una casa familiar calentada sólo a 17 grados cuesta hasta 400 euros (8 mil pesos) mensuales. Todo esto, atribuido a Rusia y la guerra de Ucrania, pero muchos comienzan a preguntarse si no es el costo desmedido del empecinamiento de financiar y armar con todo tipo de equipos hasta los tanques Leonard impulsados por Macron entusiasta promotor ahora de entregar aviones caza. En las marchas aparecen carteles que denuncian el despilafarro de miles de millones de euros en esta guerra, mientras se argumenta que hay un grave problema de financiamiento para las pensiones.
El 8 de marzo, millones de mujeres gritaron sobre todo por salarios, pensiones, calificación y condiciones igualitarias. En el caso de la jubilación las mujeres están en desventaja también, ya que son mayoría en los trabajos de medios tiempos y parciales, las más afectadas por los cambios en el sistema que se volcaron a la capitalización individual y dejaron de lado el sistema de retribución social. En las encuestas 73 por ciento de las mujeres se oponen al aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años, seis puntos arriba que los hombres.
En el Día D, el jueves 16 de marzo, todas las fuerzas en tensión, después de intensas presiones del gobierno sobre los congresistas y los partidos por el gobierno y de fuertes movilizaciones de trabajadores por el país, las cuentas no estaban claras. El gobierno no tenía garantizados los votos para pasar la reforma de pensiones. La decisión fue aplicarla unilateralmente, gracias al artículo constitucional 49.3, que permite al gobierno adoptar una ley sin votarla en el Parlamento. Esta es la undécima vez que Macron lo aplica, fue lo que ya había provocado la irrupción de los chalecos amarillos en 2019, cuando se impusieron cambios laborales. La imposición de la capitalización como forma dominante en las pensiones viene aplicándose gradualmente desde 2010, bajo un mecanismo que bien conocemos todos: “una mecánica que consiste en degradar lo que funciona, para imponer como una fatalidad lo que nadie quiere… En las calles de Francia se rechaza también una sociedad de sálvese quien pueda, donde la acumulación especulativa gana sobre la solidaridad” (Gregory Rezepski Le Monde Diplomatique, marzo 2023).
De momento algunos parlamentarios dijeron: “esto se pagará muy caro”, “es el fin del sistema democrático”; sin embargo, la moción de censura contra Macron no logró los votos necesarios, faltaron nueve. Así fue que esa noche París ardió. Miles salieron a las calles, no han dejado de salir, se organizan, se confrontan. Con el Black block a la cabeza, el gobierno los acusa de ser una guerrilla urbana que hay que atajar. Los grandes medios gritan y reclaman el cese de la movilización. Por el momento las divergencias entre las fuerzas de la resistencia no son graves, no han provocado fracturas. Las corrientes del Nuevo Partido Anticapitalista, fundado por Krivine y de los trotskistas, hablan algunos de estar en el momento del asalto directo al poder; Francia Insumisa con Mélechon a la cabeza y la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES) busca consensuar acciones unificadas con todos en las calles; La Intersindical, que agrupa a más de 13 centrales sindicales, llama a bloqueos, movilización general y huelgas, objetivos de impacto económico. El martes 28, tensión general de todas las fuerzas en juego. Macron y su sargento la señora Borne dicen falsamente que la mano está tendida para discutir sobre problemas de trabajo, pero no sobre la reforma que ya está en marcha. Macron atiza el fuego. La Sindical responde: el 49.3 no es el fin, es el comienzo.
* Investigadora de la UPN. Autorade El Inee