El discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador durante la celebración en el Zócalo por la expropiación petrolera –18 de marzo– es una pieza preñada de señales. Las interpretaciones, públicas y privadas, no paran de espulgar detalles y arcanos. Unas acentúan la preocupación de palacio por alertar, a los simpatizantes de este gobierno, para que emitan, sus opiniones y votos, con base en información pertinente. Para ello adelanta su propia visión de cierto pasaje de la historia pasada. Y de ese pasaje, cardenista, por cierto, ya bien conocido y citado, extrae enseñanzas.
López Obrador afirma, entonces, que no cometerá el error que condujo al general innovador, a escoger como sucesor al individuo equivocado. Él se presume comprometido con su modelo transformador que requiere continuidad para que se favorezca a los necesitados. Otros buscan las implícitas señales sobre el nombre preciso del aspirante ( corcholata) preferido por él. Otros más, todavía atados a la tradición unipersonal que posibilitaba a los presidentes en turno designar quién lo sucedería, recaen en esa ruta. Con base en esa dudosa tradición, aceptada como válida, escrutan el inestable horizonte en busca del nombre encubierto. Y, de esta manera, tan repetida en el pasado, se han llenado columnas y entrevistas que intentan aclarar referentes y significados profundos. Lo que también se logra en el actual barullo, atizado por antagonismos y furias, es confundir a cualquiera que pretenda situarse en la actualidad que a muchos interesa.
Lo importante es que, en verdad, la preocupación de un presidente para otear lo que depara el futuro, más allá de su corto tiempo, ha de ser extenuante e intensa. Una tarea política de tiempo completo que sube de tensión en la medida que se acerca el final del mandato. Y, en estos tiempos que fuerzan a tomar partido y cuando se pretende trastocar modos, contenidos y formas nocivas, se impone adiestrar al electorado para que asuma, con responsabilidad, sus decisiones. Suponer, de nueva cuenta, arranques autoritarios o megalómanos en el Presidente, desemboca en conclusiones y consejas alejadas de la realidad. Se piensa, entonces, que indebidamente, López Obrador trata de condicionar a los factibles aspirantes y obligarlos a seguir sus deseos. Recurrir, en cambio, a consultar al pueblo, se propone como una salida posible para evitar quiebres y enfrentamientos internos que interrumpan el proceso que se desea preservar. No es una salida aparente y menos, falsa. Tampoco es un engaño para ocultar lo que ya se decidió. Muy a pesar de las repetidas afirmaciones de López Obrador, de sujetarse a lo que apunten las encuestas previstas, buena parte de la ciudadanía sigue atada a la vieja usanza del triste y vetusto dedazo.
¿Cuál es la ruta pregonada por la dirigencia del partido Morena? Lo primero es citar, como guía, el contenido, ya codificado en los documentos básicos, que norma a dicho organismo político. La encuesta es el método que se ha venido usando en todas las selecciones de candidatos a los diversos cargos en disputa. Es, también, el recurso aceptado por la mayoría de los militantes de esa agrupación. Además, es la forma entrevista y anunciada por el mismo líder actual de Morena. Lo ha dicho en repetidas ocasiones y, sin afán de buscar entresijos y engaños mañosos, bien se puede confiar en que él mismo se sujetará a lo establecido y aconsejado. De esta sencilla y optimista manera se puede concluir que la, o las, encuestas, serán la vía para designar al sucesor. En especial en un momento en que se disputa, fieramente, si se continua o modifica, el rumbo de cambio ya encarrilado.
La extendida versión que por ahora corre de manera notable, basada en el supuesto del temor presidencial a perder las elecciones de 2024, induce acciones de defensa ciudadana a ultranza y extravía el rumbo debido. La marcha de la economía, tal y como aprecia la mayoría, coadyuva a impulsar las simpatías populares por los morenos. Similar actitud, reflejada en varias auscultaciones válidas, expresa mayoritariamente, el acuerdo sobre el trabajo hecho en seguridad. La continua disminución de los delitos confirmados, refuerza la confianza en la estrategia seguida. Las elecciones en curso, en especial en el estado de México, cimentan esperanzas de triunfos venideros para Morena. El padrón de votantes en esa demarcación es millonario y apalancará, al ganador, para lo que, a continuación, sobrevendrá.