Especial para La Joranda
La crisis bancaria que hace dos semanas golpeó a Silicon Valley Bank (SVB) se ha extendido. Recordamos con estremecimiento los dos pasados contagios financieros: la crisis de 1997 en Asia, que llevó a una profunda desaceleración en todo el continente, y la Gran Recesión de 2008, que resultó en una crisis global. Una nueva crisis bancaria amenaza a la economía mundial, ya afectada por la pandemia, la guerra, las sanciones, las tensiones geopolíticas y el impacto climático.
La raíz de la actual crisis bancaria es la contracción de la políticas monetarias de la Reserva Federal (Fed) y del Banco Central Europeo (BCE) después de años de una política de expansión. En años recientes, la Fed y el BCE mantuvieron los intereses cercanos a cero, e inundaron la economía con liquidez, especialmente en respuesta a la pandemia. El dinero fácil provocó inflación en 2022, y para contenerla, ambos bancos centrales ahora restringen la política monetaria y elevan las tasas de interés.
Bancos como SVB toman depósitos a corto plazo y los utilizan para inversiones a largo plazo. Los bancos pagan interés sobre dichos depósitos e intentan obtener mayores ganancias a largo plazo. Cuando los bancos centrales elevan a corto plazo las tasas de interés, los réditos que se pagan por esos depósitos pueden exceder las ganancias por las inversiones a largo plazo. En ese caso, las ganancias de los bancos y del capital sufren una caída. Los bancos podrían verse en la necesidad de elevar su capital para mantenerse a salvo y operativos. En casos extremos, algunos de ellos podrían verse derrotados.
Incluso un banco solvente está en riesgo de fracasar si sus clientes de pronto entran en pánico y deciden retirar sus fondos, en lo que se conoce como una corrida bancaria. Cada cliente se apresura a sacar su dinero en un intento de adelantarse a otros depositarios.
Dado que los recursos del banco están comprometidos en inversiones a largo plazo estas instituciones carecen de la liquidez necesaria para proveer de efectivo a su aterrada clientela. SVB sucumbió ante una corrida bancaria y fue rápidamente intervenido por el gobierno estadunidense.
Estas corridas bancarias son un riesgo normal que se puede prevenir de tres maneras. Primero: los bancos deben tener a su disposición capital suficiente para absorber las pérdidas. Segundo: en caso de una corrida bancaria, los bancos centrales deben proveer a dichas entidades con liquidez de emergencia para poner fin al pánico, y tercero: el gobierno debe conceder seguros de depósito para calmar a la clientela.
Estos tres mecanismos fallaron en el caso de SVB. En primer lugar, la institución aparentemente permitió que ocurriera un serio desbalance financiero, y sus agentes reguladores no reaccionaron a tiempo.
En segundo lugar, por razones que no son claras, los mecanismos reguladores estadunidenses cerraron SVB en lugar de darle liquidez de emergencia desde el banco central. En tercer lugar los seguros de depósito en Estados Unidos sólo dan cobertura hasta 250 mil dólares, por lo que no se pudo evitar que los montos más cuantiosos fueran retirados. Los reguladores del país anunciaron que garantizarían todos los depósitos, pero para entonces la corrida ya era un hecho.
La pregunta inmediata es si el fracaso de SVB es el comienzo de una crisis bancaria más generalizada. El alza en el interés de mercado causada por las restricciones impuestas por la Fed y el BCE ha restado margen de maniobra a otros bancos. Ahora que la crisis bancaria es palpable, es más probable que otros depositarios entren en pánico.
Futuras corridas bancarias puedes evitarse si los bancos centrales mundiales proveen de amplia liquidez a bancos en riesgo. El banco central suizo ha dado a Credit Suisse un préstamo por exactamente esta razón. La Reserva Federal a dado un crédito por 152 mil millones de dólares a bancos estadunidenses en días recientes.
Sin embargo, los préstamos de emergencia neutralizan, en parte, los efectos de los bancos para controlar la inflación. Los bancos centrales están en un dilema. Elevar las tasas de interés hace que las corridas bancarias sean más probables. Sin embargo, si las tasas de interés se mantienen bajas, persistirá la presión inflacionaria.
Los bancos centrales intentarán tener ambas cosas al mismo tiempo: tasas de interés elevadas y liquidez de emergencia cuando sea necesario. Este es el enfoque correcto cuando se trata de costos. Las economías de Estados Unidos y Europa ya están experimentando estanflación, es decir, inflación elevada y, simultáneamente, crecimiento estancado. La crisis bancaria empeora la estanflación y probablemente acercará a Estados Unidos y Europa a la recesión.
Algo de esta estanflación es consecuencia del covid-19, que provocó que los bancos centrales inyectaran liquidez masiva en 2020, lo que devino en la inflación de 2022. Parte de la estanflación es resultado del impacto a largo plazo del cambio climático. Estos efectos empeorarán este año si un nuevo fenómeno de El Niño se forma en el Pacífico, cosa que los científicos afirman es muy probable.
Aún así, la estanflación también se ha intensificado con la forma en que la guerra en Ucrania ha trastocado la economía, con las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea impusieron a Rusia, además de las crecientes tensiones entre Washington y Pekín.
Debemos considerar la diplomacia como una herramienta clave en la macroeconomía. Si la diplomacia se usara para poner fin a la guerra en Ucrania, se eliminarían las costosas sanciones contra Rusia y se reducirían las tensiones entre Estados Unidos y China, no sólo el mundo sería mucho más seguro, sino que la estanflación se relajaría. La paz y la cooperación son los mejores remedios en contra de los cada vez mayores riesgos económicos.
* Sachs es profesor y director del Centro de Desarrollo Sustentable de la Universidad de Columbia, y presidente de la Red de Soluciones de Desarrollo Sustentable de la Organización de Naciones Unidas
Traducción: Gabriela Fonseca