El Partido o Poder Judicial (PJ) contra el Poder Ejecutivo. Jueces y magistrados contra el Presidente y contra su partido. La marcha del lawfare operado por el PJ, ahora por el plan B de la reforma electoral, continuará e irá tan lejos cuanto los togados puedan. Retorcerán la ley, que dizque resguardan, para tratar de darle máxima supervivencia política al bloque neoliberal que dominó durante cuatro décadas. La “ley” son ellos: los jueces de todo tipo. Así actuaron siempre, ellos son la “ley”, y en el periodo referido se aplicaron siempre a fondo para proteger a empresarios y políticos de modo que pudieran esquilmar al pueblo, como lo saben mejor que nadie los de abajo, que vieron como ese periodo corrupto terminó en la depravación pútrida del gobierno de Peña Nieto. Parte del atraco fue a dar, en flujo continuo, a manos de jueces y magistrados en la forma de elevados sueldos, sobresueldos escandalosos y canonjías sin límite, sin contar los cohechos cometidos en las tinieblas. La protección del bloque neoliberal no sólo es asunto ideológico, también algo más mundano: el contante y sonante, que hasta ahora sigue vigente.
El PJ, en la actual situación política de México, es, con mucho, el segmento con más poder político de la derecha: los partidos políticos del pasado están hundidos, los medios tradicionales tienen una influencia limitada entre las mayorías y nula en el gobierno actual, y los empresarios que en el pasado prosperaron corruptamente al amparo del poder público, están perdidos sin partidos políticos y con esos medios. Así que esos segmentos de la derecha actuarán a través del PJ. El lawfare –el uso de la ley como arma política para eliminar o disminuir a Morena, su enemigo político, obstruyéndolo, delegitimándolo o incapacitándolo– crecerá sin remedio, nadie puede detenerlo.
No existe medio alguno para que el PJ actúe en beneficio de las mayorías. Un Poder Judicial que sirva de veras al conjunto social, es decir, uno cuyas resoluciones y fallos no estén al servicio de los de arriba, no puede ser conducido por las Piñas y los Laynez. Una reforma de fondo del Poder Judicial es indispensable; una con el alcance operado por Ernesto Zedillo para adecuar ese poder al Estado neoliberal. La idea sobre la calaña del individuo y el ciudadano neo-liberal debe ser sepultada para siempre; México no inaugurará ese entierro, porque por el mundo han empezado sus exequias, pero tenemos y tendremos un gobierno que no puede menos que apresurar tan urgentes “honras fúnebres”.
El año venidero, Morena debe pasar por la aduana de las elecciones presidenciales; no hay modo de librarse del “pluralismo democrático” de las élites políticas. No hay otra forma de poder organizar un gobierno al servicio de las mayorías: primero los pobres. El Presidente y Morena, por tanto, están obligados a emplearse a fondo para que ello ocurra. Morena debe alcanzar inexcusablemente una mayoría constitucional en el Congreso de la República, si ha de continuar como gobierno de las mayorías. Si entre élites y excluidos no existe acuerdo posible, no puede haberlo tampoco entre los partidos que representan a esos dos segmentos sociales. Los millones de excluidos no eligieron su terrible estado. Y no pueden salir de la exclusión con el acuerdo con los de arriba: ésos, los de arriba, están ahí porque los de abajo están donde están. La lucha contra la desigualdad es una lucha contra los de arriba, no una lucha neutra contra lo que indica el índice de Gini; en términos políticos: una lucha contra los partidos que representan a los de arriba: PRI, PAN, PRD, hoy encabezados por el Partido Judicial.
Morena, desde luego, tiene un desafío previo. Debe lograr un acuerdo interno para que prevalezca la línea por la izquierda de representar de veras las necesidades de las mayorías, y debe hacerlo sin romperse. Es notorio que no todos los grupos y personajes que viven en el interior de Morena son militantes de esta izquierda. Hay una dificultad en ese acuerdo, pero los grupos y personajes más alejados de la orientación “por el bien de todos primero los pobres”, seguramente también saben que fuera de Morena, hoy por hoy, sólo hay un páramo político conformado ampliamente por los corruptos del pasado neoliberal.
Es menester una campaña política de fondo, hasta el más alejado de los pueblos de México, para ganar con suficiencia el Congreso, dejando en la minoría que merecen a los partidos políticos del pasado neoliberal, y estar así en la capacidad de legislar en beneficio de los más. Y es también menester una reforma de gran calado para modificar los órganos jurisdiccionales, en cuanto a organización y competencias; jueces y magistrados han sido “independientes” del pueblo, no de los grandes capitales, ni de los políticos que gobernaron en el pasado neoliberal; desde luego, deben pasar a retiro los jueces más que conocidos.
Derrotar en toda la línea al Partido Judicial es una necesidad imperiosa para hacer posible el ejercicio de la justicia social.