El 19 de marzo se conmemoró un aniversario más de la muerte de don Jesús Reyes Heroles.
Reyes Heroles no fue el autor de una reforma política que abriera a México a una competencia real de partidos, sino un sagaz legislador que hizo posible la supervivencia en el poder del partido dominante y mantuvo a los partidos minoritarios en una capitis deminutio, controlados por sus “dueños”.
Sin embargo, es imposible negar la sagacidad y el claro oportunismo político, como tampoco puede negarse el carácter ilustre y el peso intelectual de Reyes Heroles. No ha habido en la larga historia del partido hegemónico ningún otro líder que tenga las cualidades de don Jesús.
Lo más importante es evaluar hasta qué punto don Jesús era un reformista auténtico y hasta qué punto podía considerarse un hábil y oportuno miembro del PRI, para que este partido pudiera permanecer indefinidamente en el poder.
La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Reyes Heroles revoluciona el sistema político mexicano o lo adecua para que siga operando? Y no hay duda de que la respuesta es afirmativa por lo que toca a la segunda suposición.
Las modificaciones propuestas por este político tuvieron el efecto de demorar una auténtica reforma ¡20 años! En efecto, no se hizo una reforma auténtica hasta 1996, cuando bajo el gobierno de Ernesto Zedillo se concertó una legislatura que es probablemente la más eficaz y la más cercana a un cambio democrático y que tuvo el resultado en 2000 de propiciar el primer triunfo de la oposición en la lucha por la Presidencia de la República.
Los numerosos incidentes que acompañaron todo este proceso pueden considerarse acontecimientos en la última etapa de la larga lucha, pero como siempre ha sucedido, es la voluntad política en el más alto nivel lo decisivo en una elección.
En ese sentido, el impulsor de una reforma definitiva fue Ernesto Zedillo, y a él le podemos atribuir el comenzar a abrir las puertas de la democracia en este país.