A inicios de esta semana se publicó el resumen final del sexto Informe de evaluación global sobre el cambio climático, luego de un proceso de ocho años coordinado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
El mensaje central es claro. La emergencia climática es científicamente innegable y la forma principal de detener la crisis climática es la reducción drástica de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), especialmente las provocadas por la producción y uso de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón). Es necesario cortar más de 40 por ciento de las emisiones actuales hasta el año 2030, para no causar un aumento de la temperatura global a niveles catastróficos en varias regiones. Conjuntamente, requiere apoyar el despliegue de energías renovables, las medidas de eficiencia energética y cambios profundos en la matriz global de demanda de energía y recursos, teniendo en cuenta que existen grandes desigualdades en el consumo y en la emisión de GEI entre los países.
Señalan que el cambio climático ya ha causado serias consecuencias negativas ambientales, económicas y en las comunidades. Las personas más pobres, más de 3 mil 500 millones de habitantes del planeta, viven en las regiones más vulnerables al cambio climático. En la última década, el número de víctimas mortales por inundaciones, sequías y tormentas inusuales fue 15 veces más alto en esas regiones (https://tinyurl.com/5n8uev72).
Enfatizan la necesidad de medidas políticas nacionales y globales urgentes, que señalan que hasta ahora no ha sido suficientes. Alertan al mismo tiempo del peligro de que gobiernos e industrias confíen en la supuesta disponibilidad futura de tecnologías muy problemáticas y que no han sido probadas a escala como la captura y almacenamiento de carbono (CAC), la remoción tecnológica de dióxido de carbono y otros enfoques de geoingeniería, mientras en el presente justifican no tomar medidas para reducir realmente las emisiones.
El informe de síntesis y el resumen para responsables de políticas de este sexto Informe de evaluación global (6IE) se publicó el 20 de marzo en Suiza, luego de una semana de negociaciones. Es producto de un proceso de 8 años, que elaboró seis informes parciales sobre diferentes aspectos del cambio climático publicados desde 2018. Los informes en este proceso cubrieron las temáticas de los impactos de sobrepasar un aumento de temperatura media global de 1.5 grados, los impactos del cambio climático en suelos, en oceános y criosfera, y los reportes de los tres grupos permanentes del IPCC sobre las bases físicas, los impactos, adaptación y vulnerabilidad y la mitigación del cambio climático (https://www.ipcc.ch/).
El IPCC es un panel de cientos de científicos y científicas de todo el mundo y en la revisión de los reportes intervienen más de 20 mil personas expertas, designadas por gobiernos, instituciones académicas y organizaciones no gubernamentales que trabajan en cambio climático. También participan “expertos” de las industrias que causan el cambio climático, incluso entre los autores de algunos capítulos hay empleados de corporaciones petroleras.
Los reportes elaborados son útiles, principalmente en sistematizar datos de la realidad del cambio climático. No obstante, en informes anteriores, los escenarios futuros que plantea el IPCC son problemáticos, porque los modelos que utiliza (modelos de evaluación integrados o IAM, por sus siglas en inglés) se basan en la permanencia del statu quo económico y desigual que causa la crisis climática. Por ejemplo,el crecimiento económico siempre en aumento, tasas de interés, etcétera. En este marco, en la definición de tres de los cuatro escenarios que plantea el IPCC, las industrias contaminantes y académicos que promueven la geoingeniería han tenido peso para incluir la consideración de tecnologías riesgosas y especulativas que afirman servirían para remover el carbono de la atmósfera después de emitido. Esto presupone que no se harían las reducciones de gases de efecto invernadero requerido y da la falsa ilusión de que estas tecnologías estarán disponibles.
Es por ello particularmente importante que el IPCC en el resumen final ahora publicado, que recoge la elaboración de todos los informes anteriores, advierta que confiar en esas tecnologías es un peligro, porque no existen o no está probada su viabilidad ambiental, climática ni económica y que, además, no podrán desarrollarse en el tiempo requerido.
Señala que es mucho más efectivo y seguro apoyar las tecnologías que existen, por ejemplo, la energía eólica y solar, sobre las que informa que bajaron en 85 por ciento sus costos desde 2010. También que es mucho más seguro y posible apoyar con políticas los cambios en la producción y demanda de alimentos, ya que la producción de ganado industrial, por ejemplo, tiene un fuerte impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero. Igualmente, la producción industrial y agroquímica utiliza enormes cantidades de agua y combustibles fósiles, tanto para maquinaria como en agroquímicos (que son derivados de petróleo).
Estas medidas y más, si se hacen con y desde las comunidades, respetando sus derechos, territorios y conocimientos, muestran que podemos detener el cambio climático.
* Investigadora del Grupo ETC