La solución de los problemas de salud en el país requiere de la ayuda de la sociedad civil. El gobierno solo no puede hacerlo, sobre todo en las zonas de menores ingresos económicos, donde están presentes padecimientos como la tuberculosis, a cuyos pacientes se les debe dar un seguimiento estrecho. El objetivo es identificarlos, así como a sus contactos, con la finalidad de romper las cadenas de transmisión y luego, verificar que los afectados sigan puntualmente el tratamiento médico, afirmó Ruy López Ridaura, director del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece).
Dijo que México ha tratado durante “muchos años” eliminar la infección y ha habido avances, pero en algún momento, “los programas parece que se estancan” y no se puede continuar con la disminución de casos y mortalidad.
El funcionario inauguró ayer el Congreso Internacional “Academia, gobierno y sociedad civil en alianza para el control de la tuberculosis en México”, organizado por el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), en coincidencia con el día mundial de lucha contra ese mal, el cual se conmemora el 24 de marzo.
Al menos 30% subdiagnosticada
López Ridaura comentó que en México se identifican más de 28 mil nuevos casos por año, pero existe hasta 30 por ciento de subdiagnóstico. Las causas son diversas, entre ellas, la falta de capacidad de los servicios estatales de salud para buscar a las personas que tienen contacto con los enfermos y que, también podrían tener tuberculosis.
Señaló que en el país se identifica a dos personas, cuando deberían ser nueve o diez, de acuerdo con los estándares internacionales. De ahí que la tuberculosis es la enfermedad infecciosa que ocasiona el mayor número de muertes.
Insistió en la necesidad de la cooperación con las organizaciones de la sociedad, como la había hace algunos años, cuando el padecimiento era más visible.
También se necesita mantener los esfuerzos en contra del estigma y las barreras socioeconómicas que impiden el acceso al diagnóstico y tratamiento.
López Ridaura comentó que otro desafío es la capacidad de diagnóstico. En México se realizan estudios clínicos de baciloscopía, pero requiere reforzamiento y con respecto a las pruebas moleculares con las que también se identifica el grado de resistencia de la infección, no hay consenso en el sector salud sobre la conveniencia de llevar el estudio en forma universal.
“Necesitamos evaluar si es viable y por ahora, el sistema nacional de salud carece de posibilidades de transitar rápidamente” a dicha prueba molecular”.
El especialista en Epidemiología también recordó que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) realizó un análisis crítico del programa de tuberculosis de México e hizo “demasiadas recomendaciones. En algunas se ha avanzado, pero en otras hay rezago”, admitió. Uno de ellos es la identificación de los contactos de los pacientes.
Un desafío más está en que cada programa de salud pública (VIH, control de vectores, zoonosis, diabetes) tienen personal que se concentra en cada estrategia pero no colabora para atender al resto, indicó.