En Pumas, como en otros clubes de la Liga Mx, se juzga antes la capacidad del técnico que la del jugador. Por eso es que los proyectos terminan sin dar resultados, afirma Antonio Torres Servín, campeón en los años 90 con los felinos y hombre hecho en Ciudad Universitaria. “Los jóvenes en aquel tiempo estábamos jugando en Primera División a los 18 años. Hoy falta esa ambición, la conciencia del canterano de saber dónde está y a qué equipo representa”, analiza sobre el presente de la institución, que ayer anunció a Raúl Alpízar como técnico interino.

Alpízar dirigió ayer su primera práctica al frente del plantel, mientras Rafael Puente del Río y su cuerpo técnico –cesados tras la derrota contra el Pachuca– firmaron su desvinculación en las instalaciones de Cantera. Con la experiencia de haber dirigido en 2013 a los universitarios, Torres Servín asegura que debe ponerse el foco no sólo en la elección de un nuevo entrenador, sino en recuperar los valores que se han perdido en fuerzas básicas.

“Desde que estaba Andrés Lillini se le dio oportunidad a los jóvenes; muchos de ellos no la aprovecharon”, sostiene y su análisis coincide con uno de los factores que produjeron la ruptura entre Puente del Río y sus aficionados: a lo largo de 12 fechas de la Liga, el promedio de jugadores titulares formados en casa fue no mayor a dos por partido. Entre las ausencias más llamativas estuvieron Jorge Ruvalcaba y Ricardo Galindo.

Sumado a ello, continúa Torres Servín, la crisis por la que atraviesa el equipo de la UNAM es reflejo de que los proyectos a largo plazo no son más importantes que los resultados. “No se mide con la misma vara al entrenador nacional que al extranjero, tal vez porque un club invierte más en traer a alguien de afuera. Los mexicanos podemos dar buenos resultados; ahí está el caso de Nacho Ambriz, que con paciencia de su directiva hizo campeón al León hace unos años”, concluye.