Los gobiernos de los países desarrollados nos quieren hacer creer que las quiebras bancarias de Silicon Valley Bank, de Credit Suisse, de Signature Bank y de las que se acumulen esta semana son una excepción y que el sistema financiero internacional se encuentra más fuerte que un roble.
Las autoridades señalan que no pasa nada, pero los bancos centrales de Canadá, Gran Bretaña, Japón, Estados Unidos, Suiza y el Banco Central Europeo, así como no queriendo, le darán liquidez al mercado para tratar de evitar nuevas quiebras. Con ello, tratan de restablecer la confianza entre los ahorradores para que mantengan su dinero en los bancos.
Pero la realidad es otra, existe un gran nerviosismo. En el caso del Credit Suisse los ahorradores retiraron en un día 11 mil millones de dólares, de un apoyo del gobierno de 54 mil millones. Para evitar la debacle, el gobierno fusionará este banco con UBS y ofrecerá 108 mil millones de dólares de apoyo por posibles corridas financieras.
Por su parte, un grupo de bancos de Estados Unidos quieren que el gobierno proteja ahorros por cientos de miles de millones de dólares por un mínimo de dos años. Es decir, si los inversionistas quieren retirar el dinero en forma masiva solicitan que el gobierno se haga cargo. Cuando hay utilidades les corresponden a los accionistas de los bancos, pero ante las pérdidas quieren que las pague el gobierno.
El círculo vicioso en que nos encontramos presenta el siguiente desarrollo: 1. Ante el coronavirus los gobiernos imprimieron mucho dinero. 2. Parte de los recursos en exceso se depositaron en los bancos que compraron instrumentos de largo plazo con bajas tasas de rendimiento. 3. La gran liquidez del mercado generó un proceso inflacionario. 4. Para controlar la inflación los gobiernos subieron las tasas de interés. 5. Los inversionistas comenzaron a retirar su dinero porque los rendimientos no compensan la inflación. 6. La salida de recursos obliga a los bancos a vender los bonos con bajas tasas para pagarle a los ahorradores. 7. Los bancos pierden mucho dinero y sus activos bajan de valor. 8. Las instituciones más débiles quiebran. 9. Para evitar la debacle intervienen los gobiernos y dicen que todo está bajo control.
La crisis financiera global apenas comienza.