El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que el crecimiento de América Latina y el Caribe para este año será de uno por ciento, pero si la desconfianza en el sistema financiero se contagiara a nivel global, luego de los problemas en bancos de Estados Unidos y Europa, puede ser nulo.
Al presentar el Informe Macroeconómico en el contexto de la Reunión Anual del BID, Eric Parrado, economista en jefe del organismo, destacó que es importante que continúe el esfuerzo para contener la inflación, pues se puede traducir en 2.5 por ciento más pobreza extrema en la región.
Después de señalar que el crecimiento económico para este año será “desafiante”, pues las tasas serán menores en todas las regiones del mundo –excepto en China, que prevé un avance de 5 por ciento–, indicó que se espera que la economía de América Latina y el Caribe avance uno por ciento este año y 2 por ciento de 2024 en adelante.
“Para los desafíos de desarrollo de nuestros países es muy bajo y por eso damos esta señal de qué debemos hacer esfuerzo en términos de la productividad”, dijo.
Sin embargo, si se toma en cuenta un impacto de los problemas de bancos estadunidenses y europeos, el crecimiento puede ser cero, sobre todo “si el tema de confianza se contagia a todo el mundo”.
Acotó que sólo se han observado un par de semanas de nerviosismo y resaltó que es diferente a la crisis de 2008-2009, porque en esa ocasión estuvo relacionada con las hipotecas y ahora es “una crisis de confianza de algunos bancos”.
Apuntó que los bancos de América Latina y el Caribe poseen solvencia y capacidad para enfrentar situaciones adversas. “Tenemos bancos mucho mejor capitalizados, son mucho más líquidos y las tasas de morosidad son bajas”.
Comentó que si bien los precios de las materias primas observan una tendencia a la baja, aún están por arriba de la prepandemia. “Cuando los precios de los alimentos suben afectan el poder adquisitivo de las personas, pero también hay un perjuicio a la seguridad alimentaria”, dijo.
“Estimamos que frente a una carestía de 20 por ciento en alimentos, la pobreza aumentaría 2.3 puntos porcentuales y la extrema pobreza, 2.5”, por lo que llamó a continuar con el esfuerzo contra ese impacto.
“De alguna forma hemos retrocedido en términos de los beneficios y del progreso que se había logrado.”
Parrado reconoció que los bancos centrales han movido oportunamente las tasas de interés, porque es necesario anclar expectativas de inflación. “La buena noticia es que las tasas de carestía está cayendo y las metas financieras están claras y, por lo tanto, debemos esperar que en 2024 se logren las metas de inflación de los bancos centrales”.
Sobre los déficit fiscales, subrayó que hay una reducción de la deuda pública como porcentaje del PIB, pero hay que hacer un esfuerzo y tener un plan de consolidación fiscal.
Anotó que el servicio de la deuda, es decir, cuánto se paga en tasa de interés y en amortizaciones, es mayor, pues el pago llegaba a 9.7 por ciento de los ingresos fiscales entre 2007 y 2019, pero de 2020 a 2022 el costo de la deuda es de 11.9.
“La ineficiencia del gasto público en América Latina y el Caribe llega a 4.4 por ciento del PIB y podríamos cuidar más recursos para tener un presupuesto más productivo”. Las ineficiencias están relacionadas a la entrega de transferencias y subsidios a grupos que no lo necesitan.