Ciudad de México. Hoy se cumple un siglo del nacimiento de un artista olvidado, el pintor y escenógrafo José Cutberto Galván (1923-1991). Como un fantasma quedó en la memoria debido a su personalidad, lamenta Roberto Serrano, uno de sus últimos alumnos: “Era bohemio en el sentido europeo de la palabra, y nunca se preocupó de darse una proyección”, rememora.
Discípulo del muralista José Clemente Orozco y amigo del pintor Jorge González Camarena, su encuentro con Marc Chagall lo inspiró en el futuro de su obra pictórica. Compartió varios años el taller de Pedro Coronel. Su vocación la manifestó tanto en el arte escenográfico como en el caballete, el mural y la experimentación con varias técnicas.
Miembro de una importante familia de escenógrafos, trabajó al lado de Marc Chagall en 1942, cuando el pintor francés visitó México para elaborar el vestuario y la decorado del ballet Aleko con el coreógrafo Leonid Massine. Por tal razón fue huésped en el estudio de la familia Galván en el teatro Virginia Fábregas. Ahí, Galván fue parte del equipo para pintar la escenografía del ballet ruso y se identificó con su técnica y expresión plástica. Para Chagall, fue una aventura que lo entusiasmó. Al estreno de la puesta en escena en el Palacio de Bellas Artes, el 8 de septiembre, asistió todo México. En las intensas semanas de trabajo también colaboraron Remedios Varo, Esteban Francés y Leonora Carrington.
José Cutberto Galván nació en 1923, en la Ciudad de México. Su abuelo era Trinidad Galván, pintor de caballete, y su padre, Roberto Galván, gran escenógrafo de principios del siglo pasado. Tuvieron un taller en los altos del teatro Virginia Fábregas, que después sería el teatro Fru Fru. Junto con sus hermanos, Rubén y Rodolfo, continuó en esta labor de construir los decorados para los espacios escénicos, oficio que siguió ejerciendo, “en los años 40; durante la época dorada del teatro de revista pintó para varios de ellos, como El Margo, El Principal y El Ideal”.
En materia pictórica, hay obra de él en México, en Estados Unidos y Canadá, incluso en Vietnam, pues el gobierno mexicano obsequió a oficiales del país asiático el cuadro Agrestis impetus vehemens, en 1975. “Los críticos de la época sí hablaban muy bien de él; Julio Rodríguez, por ejemplo, dijo que era un técnico casi enciclopédico de los materiales de pintura”.
En entrevista, el pintor Roberto Serrano narra algunos de los hechos biográficos del que fue su maestro; acude a la charla con algunos documentos que logró rescatar de la que fue la residencia de Cutberto Galván, misma que después de su muerte fue vendida por su familia. Bonachón, afable, muy platicador, lo describe quien comenta que todos sus alumnos lo veían como una figura paterna.
“Tan despreocupado como noctámbulo”, señala Serrano, aunque está olvidado por la oficialidad. El tiempo que fue escenógrafo junto con sus hermanos, prácticamente vivían de noche, porque se dedicaban a trabajar hasta altas horas, y dormían de día.
Notable influencia de Orozco
Alumno en la Academia de San Carlos, fue discípulo de Armando García Núñez, Francisco de la Torre y estuvo cerca de José Clemente Orozco, quien lo influyó notablemente en su etapa inicial; incluso, le hizo un retrato monumental. También fue alumno fundador de La Esmeralda, de 1939 a 1944.
“Quedó poca información porque se dedicó mucho a la enseñanza”, dice el entrevistado. Además de que “tuvo una diferencia grave con el señor Misrachi, quien en aquel entonces daba voz a todos los que participaban en la plástica mexicana; quedó vetado”.
Desde 1972 radicó en la colonia Las Américas, en Naucalpan, y creó un taller formativo. También se desempeñó de director del Museo Tlatilco y organizó las Jornadas Juaristas, que continuaron a lo largo de los años. Desde 1982 hasta su muerte fue maestro de artes plásticas en el gobierno de ese municipio. En dicho periodo fue cuando Roberto Serrano lo conoció, en los jardines de la iglesia de Los Remedios.
Asimismo, antes fue director del Instituto de Artes Plásticas de San Miguel de Allende y de la Escuela de Artes Plásticas del Instituto Zacatecano de Bellas Artes. También fue miembro del Taller de Gráfica Popular. En los años 50 fundó su escuela, a la que nombró María Asúnsolo, porque era su amiga, ella, una importante galerista y modelo de gran número de pintores. Galván fue de los pocos que se animó a dar clases de pintura y dibujo en las Islas Marías; también fue maestro en la Normal Rural de Tenería, en el estado de México. En esta escuela hizo dos murales.
En el quehacer artístico inventó la técnica de accidente controlado, que continuó Serrano en su experimentación. Consiste en que se vierte un poco de líquido de pintura y luego se mueve para crear grecas, espirales y puntos.
En el caso de Galván, su pintura se acercó al fauvismo y al expresionismo. Utilizó óleo, acuarela, acrílico, epóxicos, de todo. Abandonó paulatinamente la figuración. “Sus composiciones se volvieron muy dinámicas y se caracterizaron por el uso de abundantes cromáticas”, documentó la subastadora Morton, al anunciar algunas de sus piezas.