En muchas de las desapariciones que ocurren en México, existe una afectación particular para las niñas y adolescentes en situación de pobreza, por lo que es posible identificar una tendencia de “feminización” del problema, reveló un estudio del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Algunas de las entidades en donde se identificó este problema son Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche, Aguascalientes y Yucatán, aunque en realidad ningún estado de la República está exento de estos delitos, señaló Karina Ansolabehere, investigadora del IIJ e integrante del Observatorio sobre Desaparición e Impunidad en México (ODIM).
Durante un foro realizado con motivo del Día Internacional de la Mujer, la especialista del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) indicó que los participantes en este trabajo elaboraron un mapa basado en datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas o No Localizadas, además de realizar sus propias investigaciones cualitativas.
Uno de los hallazgos del informe es que, aunque las desapariciones afectan tanto a hombres como a mujeres, los motivos por los cuales suceden estas agresiones son diferentes, según el sexo, y en los últimos tiempos se aprecia una “feminización del problema”, por lo que es necesario reflexionar más sobre este fenómeno, enfatizó Ansolabehere.
Estudios realizados por el ODIM y coordinados por dicha académica, indican que entre los factores que generan este problema están la clandestinidad, considerar “desechable” a una parte de la población, que grupos criminales obtienen un beneficio económico y la fragmentación de las familias debido a procesos como la migración.
Por su parte, el vicepresidente de la Junta de Patronos de la UNAM, Mario Luis Fuentes Alcalá, resaltó que aunque en México hay registros de más de 112 mil personas desaparecidas y no localizadas, la cifra real podría ser mucho mayor, pues sólo 10 por ciento de los delitos se denuncian ante las autoridades.
“Si ponemos que cada uno de los desaparecidos tiene 3.5 familiares, por decir un número, estamos hablando de miles de personas que aunque no buscan, fueron tocadas y afectadas. Vivir un duelo sin sepulcro, sin cementerio, abre una dimensión mucho mayor y pone la enorme dimensión de la violencia simbólica en no tener un lugar a dónde ir”, recalcó.
El coordinador del PUED, Enrique Provencio Durazo, estimó que la peor sorpresa que deparaba la realidad mexicana en este siglo son el ciclo de violencias crecientes, desapariciones en aumento y feminización de estos problemas.