En los últimos años en el sector empresarial “se han dado enormes pasos para lograr una mayor inclusión de mujeres en posiciones de liderazgo”, dijo Erika Quevedo, directora general del Consejo de Empresas Globales, quien también reconoció que “ha sido un camino doloroso” para cambiar conductas en las firmas privadas.
En entrevista con La Jornada, la directiva consideró que el sector privado está preparado para que una mujer sea dirigente, dado que el organismo que encabeza es de los pocos que pueden jactarse de haber tenido una presidenta.
Explicó que las 61 firmas trasnacionales que conforman este organismo tienen “políticas muy estrictas, orientadas a combatir cualquier forma de exclusión, de manera que promueven que más mujeres tengan acceso a oportunidades”.
Indicó que el comité ejecutivo del organismo está compuesto por nueve dirigentes de empresas, del total, cinco son mujeres.
“En el pasado tuvimos una mujer presidenta, algo insólito. Este tema de que haya mujeres al frente de organizaciones empresariales es algo que todavía tenemos que trabajar, nosotros desde el Consejo somos la organización que más directoras generales en empresas tienen. Cerca de 20 por ciento de nuestros consejeros son mujeres. Es un número pequeño, sin embargo refleja el largo camino que todavía tenemos qué recorrer. Hay retos y prejuicios que todavía tenemos que derrumbar”, agregó.
“Una ventaja que estas empresas tienen es que no lo están viendo sólo desde la perspectiva de derechos humanos –que no hay discusión, es fundamental–, sino es un tema de negocio”, señaló.
Las empresas saben que cuando hay mujeres en posiciones de liderazgo, la productividad aumenta alrededor de 25 por ciento. También se ha dado cuenta que tener equipos mixtos no solamente resultan ser mucho más productivos, sino además creativos y más innovadores.
Apuntó que hay sectores que están caminando más rápido que otros en materia de mayor inclusión. Mencionó que las firmas que componen el consejo promedian 25 por ciento, pero en general en la iniciativa privada sólo hay 10 por ciento de mujeres en las plantillas.
“Hay que reconocer que estamos luchando con una idiosincrasia que se ha mantenido por siglos.”
Consideró que las propias mujeres también se ponen barreras, por lo que no sólo es una cuestión cultural. “Necesitamos profundizar más que las mujeres nos atrevamos a tomar esos liderazgos, porque muchas veces no lo hacemos”.
Entre las limitantes que sabotean sus propias carreras, dijo, está el callar en juntas de trabajo, a pesar de que pueden tener la solución; pensar que no pueden crear una red de contactos como los hombres; así como una mala imagen ejecutiva.
Concluyó que falta promover la inclusión en las pequeñas y medianas empresas, pues ellas representan 90 por ciento de las unidades económicas del país.