“El arte no está hecho para la rutina; está hecho para la comprensión de la expresión humana y del descubrimiento permanente”, afirma el pianista Pierre-Laurent Aimard (Lyon, Francia, 1957), aclamado como figura clave del mundo de la música contemporánea. Aimard llega como solista invitado con la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam) con una obra portentosa del húngaro Béla Bartók: el Concierto para dos pianos y percusiones. En la sala Nezahualcóyotl lucirán los instrumentos a contracara, Tamara Stefanovich (Belgrado, 1973) también atacando las teclas en blanco y negro.
Dedicado gran parte de su vida a la música, cercano a los renombrados compositores y visitante en las mejores orquestas del planeta, a los 65 años declara que no ha cesado la necesidad de experimentar con nuevas obras. “Por supuesto, siempre. Y ahora más. Es lo que da sentido a mi vida”, afirma en entrevista con La Jornada, poco después de su primer ensayo con la orquesta universitaria.
“Cualquier arte te da la oportunidad de conocer mejor al mundo y a la humanidad, de abrir tu mente. Es algo que nunca se detiene”, reflexiona.
“Amo viajar, es como leer”
“Estoy muy feliz de encontrarme con la audiencia mexicana después de 21 años”, expresa el músico francés, quien recuerda muy bien su visita en 2002 porque en esa ocasión hizo la recreación de los estudios de Ligeti: “Fue simplemente eléctrico”.
La noche del pasado miércoles tocó Veinte miradas sobre el Niño Jesús, pieza cumbre de Olivier Messiaen, también en la sala Neza. Aimard es considerado uno de los mejores intérpretes de este compositor francés.
De esta primera noche en los escenarios de nuestro país, expresó que se trató de una experiencia fuerte porque el público estuvo intensamente concentrado y la acústica fue excelente.
“Amo viajar, es como leer. Es apreciar la increíble multiplicidad de este mundo, las culturas y esperanzas, estoy interesado en establecer un puente con una diversidad de personas. Creo que si somos capaces de comunicarnos profundamente con humanos muy diferentes, la vida en la Tierra tendrá mucho significado.”
El pianista francés dice sentirse “como en casa” con este concierto de Bartók, pues al lado de Stefanovich lo ha interpretado en muchas ocasiones, con y sin orquesta, además de que ambos lo han tocado con otras parejas. Con la pianista serbia realizó el disco Visions, que incluye obras de Olivier Messiaen. En febrero grabó al lado de la Sinfónica de San Francisco y el director Esa-Pekka Salonen el concierto número 2 de Bartók, para completar el ciclo del compositor húngaro.
Un tema con historia
El concierto para dos pianos y percusiones fue la última obra con la que Bartók, ya en el exilio y huyendo del nazismo, apareció públicamente sobre el escenario, con Fritz Reiner dirigiendo a la Filarmónica de Nueva York, en 1943. En el otro piano, su esposa Ditta Pásztory. Tres años después falleció el compositor a causa de leucemia. El concierto se trata de una versión orquestal de lo que nació originalmente como una sonata en 1937, a la que hizo mínimos cambios en cuanto a los solistas.
“Esta pieza posee una gran arquitectura del sonido, especialmente el primer movimiento, el cual tiene una forma poderosa, está basada en el ritmo y el uso de la percusión, tan importantes para Bartók. Este concierto para piano es uno de los que tienen mayor fuerza”. Sin embargo, es el que menos incluyen las orquestas en sus programas.
Con esta obra del periodo final de su vida, el compositor húngaro exploró las posibilidades expresivas del piano como instrumento de percusión. En la charla en la sala Neza, Aimard comenta que este uso “es la cosa más natural, porque el piano es un instrumento de percusión. Tienes martillos golpeando cuerdas; esto es percusión”.
Iván Manzanilla y Miguel González en las percusiones, y Ludwig Carrasco, como director huésped, participan en la ejecución del concierto de Bartók, quien en su partitura dejó instrucciones detalladas para los interpretes de siete instrumentos de percusiones, entre ellos los timbales, el bombo, los platillos, el triángulo, la caja, el gong y el xilófono.
El repertorio de Pierre-Laurent Aimard está particularmente dedicado a la música contemporánea, con estrechas colaboraciones con los más destacados compositores, entre ellos György Ligeti, Karlheinz Stockhausen, George Benjamin y Pierre Boulez, quien pidió a Aimard, entonces de 19 años, ser el primer pianista solista del Ensamble Intercontemporain.
–¿Es difícil para el público enfrentarse a la música contemporánea?
–No para la audiencia que tiene curiosidad de descubrir nuevos territorios. Si desean escuchar música clásica, es siempre con las mismas piezas y el mismo lenguaje. Entonces, por supuesto que algo nuevo o diferente es un obstáculo de alguna manera.
Agrega: “Me gusta trabajar con los compositores, porque como creadores tienen una forma muy diferente de pensar. Así que nos enseñan a trabajar con nuestra propia independencia y creatividad. Esto es un gran estímulo”.
Pierre-Laurent Aimard y la Ofunam se presentan este sábado a las 20 horas y mañana a las 12 horas en la sala Nezahualcóyotl, ubicada en el Centro Cultural Universitario (avenida Insurgentes Sur 3000, Coyoacán).