Ciudad de México. Estudios en población rural y urbana de Jalisco revelaron la presencia del herbicida glifosato en agua del servicio público y en garrafones, así como en personas, incluso en quienes padecen enfermedades renales, informó Felipe Lozano, investigador de la Universidad de Guadalajara.
El glifosato se utiliza en la siembra de maíz para el control de malezas, en caña de azúcar, avena, pastos y plantaciones forestales, entre 32 cultivos distintos.
Generalmente está asociado con el maíz transgénico, del cual se desarrolló una variedad resistente al herbicida, explicó Cristina Barros, de la campaña Sin Maíz no hay País.
“La lucha contra el glifosato va de la mano con la defensa de los maíces nativos. En Estados Unidos el grano es una mercancía, pero perder una variedad en México significa una merma para todo el planeta y por eso hay protocolos internacionales que defienden la biodiversidad”, agregó, durante el foro virtual Glifosato y transgénicos. Un peligro para la salud y la biodiversidad, convocado por la Coordinación Universitaria para la Biodiversidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Barros apuntó que cerca de 60 por ciento del maíz para tortillas proviene de pequeñas y medianas parcelas de una a 10 hectáreas. Se ha dicho que la agricultura industrial es la que alimenta, lo cual es falso, subrayó.
Disputa política
La disputa es por el rumbo de la política agroalimentaria, dijo a su vez Fernando Bejarano, de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (Rapam), al comentar la oposición empresarial al decreto del 13 de febrero, que prohíbe destinar maíz transgénico a la alimentación y mantiene para 2024 la sustitución del glifosato.
El punto es si habrá respaldo para las cadenas agroindustriales controladas por las corporaciones o para el sector donde descansa 70 por ciento de la alimentación. La política actual reconoce que el maíz es un bien biocultural, no un commodity (recurso comerciable), lo que provoca reacciones adversas, añadió.
Lozano explicó que desde 2016 hay estudios sobre la presencia del glifosato en localidades de Jalisco. Una de las investigaciones encontró en 2021 que, de 588 personas estudiadas en zonas rurales y en Guadalajara, 98.5 dieron positivo a la sustancia.
Las investigaciones empezaron en 2016 en la ribera del lago de Chapala, porque había unos 2 mil casos de niños con daño renal, indicó el académico.
“La experiencia indica que existen causas como el glifosato, entre otras, en la enfermedad renal crónica. Hay efecto directo del daño de este químico con esa enfermedades”, señaló.
Hay estudios sobre presencia de herbicidas y glifosato en Tlaquepaque, Poncintlán y Agua Caliente, entre otras localidades, que son áreas agrícolas y conurbadas de Guadalajara.