Como todo en las redes, ayer por la tarde, con un sigiloso escándalo, corrió la especie de que el chucho de Morena, Ricardo Monreal, y el legendario recogemonedas del panismo, Emilio Álvarez Icaza, además de compartir ideas, sus mayores coincidencias están en los negocios.
Según una investigación del portal El Replicante, este par de auténticos defensores de la democracia y la limpieza política han usado a la Universidad Nacional Autónoma de México para hacer “negocios” o sacar buen jugo económico al Senado de la República, donde tienen un escaño.
Cierto o no, como ya sabemos, cada uno en su estilo, pero ambos son parte de los enemigos de la 4T. Uno, el Doctor Simi de la política, conocido como Emilio Álvarez, se enfrenta –hay que reconocerlo– sin tapujos a cualquier acción que promueva el gobierno, con argumentos o sin ellos, pero todo lo desaprueba.
El otro, el más peligroso, es Ricardo Monreal. Para empezar, como ya lo habíamos señalado desde que el zacatecano dijo que iría por la Presidencia de la República, simplemente mintió: quiere la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pero navega bajo la bandera de un competidor más por la silla del edificio más importante del Zócalo, cosa que a estas alturas de la contienda política ya nadie le cree.
Álvarez Icaza vive sus últimos momentos como parte de una nómina en el quehacer político. Nadie, ni en las organizaciones partidistas ni en las de la llamada sociedad civil, conceden credibilidad al trabajo del Simi –le dicen así porque es eso, un símil que se asemeja a un político, aunque no es más barato– y será muy difícil que le abran un espacio para alimentar su ego.
De Monreal ya no hay mucho qué decir. Una de las últimas del senador fue aquella visita forzada a la sede del Gobierno de la Ciudad de México con la que pretendió manipular las apariencias. Llamó a la prensa del Senado, pero los reporteros que cubren las actividades de la administración central de la capital no fueron convocados, para hacer creer que se reunía con la precandidata de Morena en igualdad de circunstancias, digamos que de corcholata a corcholata, pero nada de eso fue cierto.
Así las cosas, ahora nos cuentan que entre estos dos personajes hay coincidencias importantes, y qué mejor que se decidan a ir juntos no sólo en los bisnes, sino también en el trabajo político.
Por lo pronto, la publicación de El Replicante es una invitación para que las autoridades empiecen una investigación que aclare qué tanto son ciertas esa acusaciones.
De pasadita
El tema del agua para la Ciudad de México, que padece el estiaje como el que se nos ha anunciado, ya metió ruido en muchas colonias de esta capital, y eso porque el líquido se ha convertido lo mismo en argumento político que en importante negocio.
Durante muchos años, por estas fechas, se publica aquí y allá que frente a la escasez se crean negocios que seguramente tienen bien alimentados a quienes los imponen. Gordas fortunas han salido de las tuberías de la ciudad, pero no sólo eso.
Si por ahí alguien decide echar una ojeada a la memoria, se va a hallar que algunos líderes que hoy gozan de cabal salario salieron a toda presión precisamente de la supuesta lucha por terminar con el problema del desabasto.
Lo más grave de todo es que sí hay soluciones, que todos lo saben y que nadie –por razones de costo monetario o político– se atreve a poner en práctica. Así son las cosas. Ni modo.