Corre a toda velocidad el calendario político rumbo a la elección de 2024 (no específicamente el de los tiempos electorales formales) y los opositores al obradorismo no logran acordar ni opción única ni procedimiento múltiple que les permita aspirar a cuando menos emparejar la larga delantera que les llevan las corcholatas (las tres clásicas: Claudia, Marcelo y AA) y las taparroscas (dos habilitadas en tiempo de compensación: Monreal y Fernández Noroña) de la llamada 4T
El autodestape del Bukele cachanilla, Gustavo de Hoyos Walther, no generó la conmoción que sus impulsores empresariales suponían y más bien provocó rechazo explícito o aún silencioso entre los dirigentes partidistas y precandidatos de estos amasijos de siglas que, según la retórica del ex dirigente empresarial, formarían parte de la podredumbre del sistema, de los políticos repudiados.
Ayer mismo, por cierto, bajo el auspicio de otro de los membretes opositores, el Frente Cívico Nacional, se informó que el próximo mes habrá un encuentro sobre “gobiernos de coalición” con la presencia de los precandidatos opositores. Pero sólo estuvieron, en el anuncio del acto programado, los aspirantes del PRI (entre ellos, insistente, el llamado Ángel de la dependencia económica, José Ángel Gurría) y perredistas (pues sí: el michoacano Aureoles y el senador llegado a nombre del PAN, Miguel Ángel Mancera).
No atinan, pues, los de por sí diezmados opositores a estructurar sus procesos y postulaciones. Claro que terminarán haciéndolo, así sea a trompicones, pues el reparto de candidaturas y eventuales privilegios será muy peleado pero, hasta ahora, desde un plano opositor secundario, casi predeterminado, de seguir así, a no representar una opción viable frente al obradorismo sucesorio hasta ahora predominante.
Por otra parte: el 12 de agosto de 2019, en la sección “De nuestras jornadas”, que la edición nacional de La Jornada abrió para opiniones institucionales de sus franquicias regionales, La Jornada Baja California, dirigida por la periodista Mireya Cuéllar, publicó un texto titulado “La IP busca gobernar sin intermediarios”, del cual se reproducen párrafos que dan cuenta del muy calculado proyecto que ayer se anunció con un autodestape de tintes a la Bukele y la Bolsonaro:
“El bajacaliforniano Gustavo de Hoyos Walther, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, encabeza lo que se ha denominado Asalto al poder, cuyos protagonistas son los empresarios aglutinados en esa organización. La estrategia, diseñada por Alejandro Poiré en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, que será aplicada por la Coparmex, remite a una reunión entre Manuel J. Clouthier y un grupo de empresarios a raíz de la nacionalización de la banca. Indignados con la medida del presidente José López Portillo, acordaron ir por el poder político, con el Partido Acción Nacional (PAN) como su vehículo”.
“El presidente de la Coparmex –sobrino del ex gobernador panista Eugenio Elorduy Walther y esposo de la directora del semanario Zeta, Adela Navarro– pretende seguir la ruta de Maquío: organizar al sector empresarial y a sus dirigentes regionales (o jóvenes preparados por ellos) para postularlos a puestos de elección popular y crear un contrapeso al lopezobradorismo (...) Es difícil saber si una segunda parte de esa historia será tan exitosa (para ese grupo, que no para el país) como la primera. Fueron ellos quienes terminaron llevando a Los Pinos a un ex gerente de la Coca-Cola, cuya madre fue la más sorprendida” (https://bit.ly/3JfD0bT).
Al respecto, esta columna contextualiza que Alejandro Poiré fue pieza especializada en tareas de seguridad pública y nacional durante el calderonismo: director del Cisen y secretario de Gobernación en el último año de la administración de la “guerra contra el narcotráfico”; en Bucareli suplió al bajacaliforniano José Francisco Blake Mora, quien murió en un extraño accidente de helicóptero en las inmediaciones de Chalco, estado de México. ¡Hasta mañana!
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