Tulancingo, Hgo., En un viejo galerón del siglo XIX, ubicado detrás de la antigua estación de trenes, se encuentra el único museo en el mundo dedicado a Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como Santo, El Enmascarado de Plata. El luchador nació en Tulancingo, Hidalgo, el 23 de septiembre de 1917, y falleció en la Ciudad de México el 5 de febrero de 1984.
Fue uno de los máximos exponentes de la lucha libre, así como de la cultura popular, considerado junto con los actores Pedro Infante, Germán Valdés Tin Tan, Mario Moreno Cantinflas, Roberto Gómez Bolaños Chespirito, las cantantes Lola Beltrán y Lucha Reyes, y la pintora Frida Kahlo, uno de los grandes ídolos del pueblo mexicano.
En el museo, ubicado en la calle que lleva su nombre, Rodolfo Guzmán Huerta sin número, de la colonia Los Álamos, en esta cabecera municipal, se exhiben 200 piezas del mítico luchador.
En las afueras del recinto, creado en 2009, hay una estatua del Santo de seis metros de altura, la cual fue objeto de diversos trabajos de restauración hace unos días, entre ellos, el retiro de grafitis que había en la base de la efigie con el fin de dejarla lista para la ceremonia que cada 5 de febrero realizan las autoridades municipales para conmemorar su aniversario luctuoso.
Se decidió colocar la exhibición permanente dedicada al luchador en el viejo y restaurado galerón porque de acuerdo con una leyenda urbana, que ha sido transmitida de forma oral entre los vecinos, la estación de trenes fue lo último que Santo vio de su natal Tulancingo, antes de partir de forma definitiva hacia la Ciudad de México.
Máscaras, fotos, carteles
Entre los objetos que se exhiben hay desde mascaras, tanto de él como de sus adversarios, hasta historietas, fotografías y cuadriláteros en miniatura.
La pieza que más buscan los visitantes del museo es la representación del enmascarado en pose de la llave “de a caballo”, realizada por el arquitecto y escultor Guillermo Montiel. Los admiradores posan en sus fotografías colocándose de tal modo que da la impresión de que el mismísimo Santo les está aplicando la llave con la que venció a innumerables luchadores a los que dejó sin máscara o sin cabellera.
Hay carteles de las funciones donde se anuncian los combates en los que participó, desde sus inicios en la década de los años 40, en la vieja arena Afición de la ciudad de Pachuca, la cual, por cierto, cumplió 71 años hace unos días.
También hay referencias a algunas de sus 52 películas, entre ellas Santo y Blue Demon contra los monstruos, Santo contra Cerebro del Mal, Santo contra los hombres infernales y Santo contra las mujeres vampiro, de 1962, donde alternaba con bellas actrices, lo que originó que el filme se convirtiera en uno de los más exitosos, al grado que protagonizó la secuela Santo y la venganza de las mujeres vampiro de 1970. Igualmente exitosa fueron Santo contra las momias de Guanajuato y Santo y Blue Demon contra Drácula y el Hombre Lobo.
Hay quienes aseguran que esas cintas despertaron furor en Europa, particularmente en Francia, porque los intelectuales de la época consideraron que eran de la corriente surrealista. De igual forma, existe otra leyenda urbana sobre un supuesto filme pornográfico que se encuentra perdido realizado por el Santo con bellas y sensuales actrices de ese género, pero no hay evidencias de que exista.
En su libro Los rituales del caos, Carlos Monsiváis, el escritor e intelectual mexicano apasionado de la cultura popular, apuntó que Santo fue “el rito de la pobreza, de los consuelos peleoneros dentro del gran desconsuelo que es la vida, la mezcla exacta de tragedia clásica, circo, deporte olímpico, comedia, teatro de variedad y catarsis laboral”.
Rodolfo Guzmán nunca perdió la máscara en los combates de lucha libre en los que participó. A lo largo de más de 40 años ocultó al público su identidad, hasta enero de 1984, cuando, de forma sorpresiva, se quitó la capucha y mostró su rostro en el programa de televisión Contrapunto, conducido por el periodista Jacobo Zabludowsky.
Fue tal el impacto que provocó Santo con la revelación de su identidad, que esa primicia del noticiero estelar de Televisa fue la nota principal de portada del día siguiente de la mayoría de los diarios del país.
Extrañamente, menos de dos semanas después de ese acontecimiento, el 5 de febrero de 1984, Santo falleció a los 67 años de un ataque al corazón tras asistir a la función de una obra de teatro en la que participaba. Se había retirado de la lucha libre dos años antes, en 1982, sin haber perdido en batalla su mítica máscara plateada.