Un estudio de laboratorio de la Universidad de Rutgers encontró una de las moléculas que pudo haber detonado la vida en la Tierra. Se trata de un péptido al que bautizaron “nickelback”, debido a que sus átomos de nitrógeno se unen a dos de níquel críticos. El descubrimiento, publicado en la revista Science Advances, tiene implicaciones relevantes para la investigacion sobre la vida extraterrestre debido a la pista que proporciona a los expertos.
“Científicos creen que en algún momento entre hace 3 mil 500 y 3 mil 800 millones de años hubo un punto de inflexión, algo que propició la modificación de la química prebiótica (las moléculas antes de la vida) a sistemas biológicos vivientes”, señaló Vikas Nanda, investigador del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de Rutgers. “Creemos que el cambio fue iniciado por unas pocas proteínas pequeñas precursoras que desempeñaron pasos claves en una antigua reacción metabólica. Consideramos que encontramos uno de esos péptidos pioneros”.
Los péptidos son un tipo de molécula utilizada en la formación de proteínas y están integrados por bloques de aminonácidos. Los científicos del grupo encargado del estudio forman parte de un equipo de la NASA llamado Evolución de Nanomáquinas en Geosferas y Ancestros Microbianos; su objetivo es entender cómo las proteínas evolucionaron para convertirse en el catalizador predominante de la vida en la Tierra.
Al explorar el universo con telescopios y sondas en busca de signos de vida pasada, presente o emergente, los científicos suelen buscar “biohuellas” conocidas por propiciar la vida, de modo que péptidos como el “nickelback” podrían ser la nueva marca empleada por la NASA para detectar planetas a punto de producirla.
Un químico instigador original tendría que ser suficientemente simple para ensamblarse de forma espontánea en un caldo primigenio, pero también tendría que estar activo químicamente para contar con el potencial de tomar energía de su entorno y conducir a un proceso bioquímico.
Examinaron las proteínas existentes en la actualidad, conocidas por estar asociadas a procesos metabólicos. A sabiendas de que éstas eran muy complejas para haber surgido en etapas tempranas, las redujeron a su estructura básica. Luego de diversos experimentos, los científicos coincidieron que el mejor candidato era el llamado nickelback, compuesto por 13 aminoácidos y unido a dos iones de níquel.
Este último era un metal abundante en los océanos primigenios. Al unirse al péptido, los átomos de níquel se vuelven potentes catalizadores, atrayendo protones y electrones adicionales, además de producir gas de hidrógeno.
“Esto es importante porque, aunque hay muchas teorías acerca de los orígenes de la vida, hay muy pocas pruebas de laboratorio sobre estas ideas. Este trabajo muestra que no sólo son posibles las enzimas metabólicas, sino también son muy estables y activas, haciendo de ellas un punto plausible del inicio de la vida”, concluyó Nanda.