Ciudad de México. El desabasto de agua que padecen desde hace un mes los residentes del barrio San Lucas, en Coyoacán, se ha convertido “en una pesadilla”, porque ahora algunos han tenido que modificar su rutina para enfrentar la escasez.
Los integrantes de las familias se turnan los días para bañarse, pero no en la regadera, sino a jicarazos, otros van a casas de parientes en las colonias Portales y San Ángel, no se cambian la ropa diario ni acumulan trastes sucios; compran comida y garrafones con agua para satisfacer las necesidades básicas y acuden a la lavandería, por lo que su economía se ha visto afectada.
Entrevistada en su casa del callejón San Miguel, en el que nació hace 72 años, Diana Rivas Elizalde dice que son nueve personas las que allí viven, por lo que acordaron bañarse a diario sólo quienes van a la escuela y salen a trabajar, “y si sobra una poquita de agua entonces alcanza para el que quiera un baño con esponjita”.
El agua que alcanza a caer en otra cubeta mientras se bañan se recicla para lavar el patio, y dice que gasta 112 pesos en la compra de garrafones, a lo que se suman 200 pesos para la lavandería, de la que ya tiene tarjeta de cliente frecuente, así como en la compra de los cilindros de gas LP para calentar la del baño.
Al igual que sus vecinos, ha solicitado a la alcaldía un carro tanque gratuito sin éxito. Diana pregunta: “¿Cómo es que no cae agua y en la calle hay pipas particulares que cobran entre mil y mil 500 pesos? ¿Por qué si no hay agua en las casas ni nos mandan de la delegación, en la calle sí hay pipas?”
Recordó que en noviembre empezó el desabasto, “que se recrudeció hace un mes”, por lo que al no tener cisterna compró un tinaco de mil 100 litros y un tambo de 250 litros, que hasta la tarde de ayer.
Los afectados racionan el agua al máximo y reciclan la que pueden para medio satisfacer sus necesidades básicas. Foto Yazmín Ortega Cortés.
“Estamos en resistencia”
A las 3 de la madrugada “cayó un hilito de agua, pero nada más en una llave, la dejan unas cuatro horas y luego la quitan”, lamenta Diana.
Otro caso es el de Elena Angulo Carrera, residente de la calle San Miguel, quien dijo: “Estamos resistiendo, ya que desde hace más de dos semanas padecemos de la falta de agua, a veces es intermitente en la madrugada y hace dos días no cae nada”.
No hay agua ni para las plantas de su jardín, por lo que llamó a la alcaldía para solicitar una pipa, pero “me dijeron que podía llegar en un mes”, aun así le otorgaron el número de reporte 2202.
“¿Por qué no llegan las pipas, entonces de dónde salen todas las que venden el agua? Aquí vemos en la calle Francisco Sosa todas las que están formadas”.
Agregó que para enfrentar la escasez “sacrifico mi economía, pago un taxi para ir a bañarme a casa de un pariente, toda el agua que puedo la reciclo, ya no puedo utilizar la lavadora e incluso ya no puedes estar guisando. Este día no cayó nada, y la alcaldía y el Sacmex se echan la bolita”.
Por su parte, la residente del barrio desde hace 10 años, Laura Freyermuth, dice que es necesario retomar proyectos vecinales como la cosecha de lluvia, que proponen realizar en el predio El Parián.