Ciudad de México. En México la impunidad prevalece en los casos de abuso sexual infantil. De cada mil se denuncian 100. De ellos sólo 10 por ciento llega a presentarse ante un juez y únicamente uno por ciento recibe sentencia condenatoria, expusieron expertos en el taller Hablo cuando puedo hablar: el proceso de la toma de conciencia del abuso infantil, organizado por la agrupación Reinserta.
Alberto Muñoz de la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia (ODI) y Daniela Cisneros, sicóloga de Reinserta, expusieron que muchas denuncias no prosperan porque debido a que se revictimiza a los infantes sobrevivientes de abuso sexual, muchos desisten y advirtieron que se debería legislar para que estos procesos no violenten los derechos humanos de los afectados.
En el país, 23 mil adolescentes de entre 12 y 17 años sufrieron algún tipo de agresión sexual, incluyendo el acoso, tocamientos y actos sexuales no consentidos, según datos de 2021 del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, México es el primer país del mundo en abuso sexual de niños, niñas y adolescentes (NNA).
Además, una de cada cuatro NNA de 10 a 17 años afirman estar expuestos a abuso sexual en su entorno, de acuerdo con la Consulta Infantil y Juvenil 2021 aplicada por el Instituto Nacional Electoral.
Los expertos expusieron que casi la mitad de los abusos sexuales contra NNA son cometidos por un familiar. Saskia de Niño de Rivera, cofundadora de Reinserta, señaló que “74 por ciento de los agresores están en el círculo cercano de la víctima”, y eso dificulta la denuncia, más aún cuando son los padres o uno de ellos.
Por el trauma y el dolor que produce el abuso sexual y la falta de respaldo, algunas víctimas tardan hasta 50 años en hablar sobre lo ocurrido. “Las sobrevivientes hablan cuando pueden hablar, no cuando queremos que hablen. No puedes tomar conciencia de un suceso si no estás emocionalmente lista”, explicó Daniela Cisneros.
“Hay que mirar a la sobreviviente y respetar sus tiempos y decisiones. Juzgar o cuestionar a la sobreviviente reactiva la emoción de ataque y la memoria sensorial del momento en que fue violentada. Es muy grave, es volverla a violentar por completo”. Al respecto, Alberto Muñoz dijo, “es diferente contar la historia y juzgarla”.
Entre las principales razones para no hablar el abuso están temer que su familia no le crea o proteja al agresor o tiene apego emocional con el victimario, 20 por ciento no lo hace porque sólo quiere apoyo sicológico y 7 por ciento tiene miedo al abusador, entre otras causas.