Santiago. En vísperas de cumplir su primer año de gobierno, el presidente chileno, Gabriel Boric, removió a cinco de sus 24 ministros y a 15 de los 39 subsecretarios (viceministros), en lo que constituye un segundo ajuste mayor destinado a relanzar una gestión gubernamental, que si bien ha tenido aciertos, ha estado dominada por la inexperiencia, las descoordinaciones y las chambonadas.
Los cinco titulares de cartera removidos fueron la de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola (asume el diplomático Alberto van Klaveren); de Obras Púbicas, Juan Carlos García (sustituido por la ingeniero comercial Jessica López); de Culturas, Julieta Brodsky (toma protesta el director y productor de televisión Jaime de Aguirre); de Deportes, Alexandra Benado (asume el ex futbolista Jaime Pizarro); y de Ciencias, Silvia Díaz (toma la titularidad la abogada Aisén Etcheverry).
Se trata de personeros mal evaluados y/o que tenían un bajo nivel de conocimiento entre la población, inferior a 20 por ciento; mientras en el caso de la ex canciller Urrejola, el colofón de una serie de desatinos en esa cartera, el más reciente en enero pasado, cuando en plena visita oficial de Boric a Argentina, se filtró el audio de una reunión privada de la ex funcionaria y su equipo cercano, en el que se escucharon severos y groseros juicios acerca del embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa, y de funcionarios del ministerio.
La cirugía mayor fue en las subsecretarías ministeriales, que son las que llevan el peso operativo con la ejecución de planes de trabajo y el control de los diferentes servicios del Estado a su cargo.
Entre los más sentidos es la salida del ex subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, José Miguel Ahumada, un economista especializado en desarrollo que llegó para intentar asentar ciertas bases que alejaran a Chile del simple mercantilismo extractivista exportador en que ahora se base el crecimiento de la economía.
Durante el año en el cargo, Ahumada –cercano a Boric, con quien incluso firmó alguna columna de opinión– fue sistemáticamente atacado por el empresariado más neoliberal porque se propuso renegociar ciertos tratados de libre comercio (TLC) suscritos por Chile con la perspectiva de lograr que la inversión extranjera proveyera al país de una producción con mayor valor agregado y trasferencia tecnológica.
La iniciativa privada, enriquecida en buena medida a base del acceso garantizado a ricos mercados que proveen los TLC, lo vio siempre como un “peligro” para el negociado extractivista de materias primas y, con el apoyo de medios de prensa y de políticos conservadores, lo acosó en todo momento.
“Nuevos liderazgos para una renovada estabilidad”
Según el gobernante, decidió “darle espacio a nuevos liderazgos” para “construir una nueva estabilidad” e impulsar “las reformas que estamos concordando para avanzar en la creación de un Estado de bienestar”.
El propósito es, sostuvo, mejorar la capacidad de respuesta y la gestión ante las urgencias que hoy tiene nuestra patria y ciudadanos. “Necesitamos equipos con conocimiento del Estado, con energía nueva y también con la experiencia necesaria para responder, sin dilaciones ni excusas, las demandas urgentes de la ciudadanía”, argumentó en la ceremonia de juramentación.
También hizo alusión a la proyección de las coaliciones políticas Apruebo Dignidad (AD) y Socialismo Democrático (SD) que sustentan su mandato, señalando que “con este renovado equilibrio de nuestra alianza (…), síntesis de experiencia, nuevas energías y nuevos cuadros, se potencie en el tiempo, pensando más allá de un periodo presidencial, porque nos necesitamos unidos y ampliar nuestra base de apoyo, para eso están siendo convocados”.