El día de mañana se cumple el ritual que algunos recibimos con menos entusiasmo que a una endodoncia. Año tras año nos sometemos al aburrimiento implícito en cuatro horas de una entrega de premios cada vez menos sorpresivo y cada vez más indicativo de la decadencia de una industria.
Los ratings no mienten. En 2021 la entrega del premio Óscar tuvo una audiencia de apenas 10 millones de personas. El año pasado mejoró un poquito, pero eso se debió sobre todo al bofetón que le dio la vuelta al mundo. Y opacó todo el resto de la ceremonia. ¿Alguien recuerda el título ganador de Mejor Película? O más aún ¿alguien recuerda esa película, Coda: Señales del corazón?
Fuera de los oficinistas que hacen quinielas con los premios, creo que el Óscar ha perdido la mayor parte de su interés. Siempre han sido discutibles sus listas de películas nominadas y no necearemos nuevamente sobre la arbitrariedad de éstas. Pero últimamente se ha perdido aún más la conexión entre la calidad y la cantidad de público. Muchos argumentan que esa es la razón por la cual poca gente se interesa en ver la transmisión.
Este año la favorita a llevarse el mayor número de premios es Todo en todas partes al mismo tiempo, de Daniel Kwan y Daniel Scheinert, una fantasía sobre el multiverso que a mí me provocó un dolor de cabeza, pero parece ser motivo de entusiasmo entre millennials. ¿Cuántas personas la habrán visto? Muchas menos que Avatar: la forma del agua, sin duda. Sin embargo, la secuela de James Cameron no tiene posibilidades de ganar premio alguno mañana.
Por otro lado, se hizo fuerte el rumor en los pasados días, según lo reporta Clayton Davis de la publicación Variety, que Top Gun: Maverick, de Joseph Kosinski, podría ser el caballo negro y llevarse la grande. No sería raro. Con ganancias superiores a los mil millones de dólares, el eficaz vehículo de Tom Cruise tiene la fama de haber salvado a la industria del cine de la catástrofe pospandémica. La Academia no es nada sino agradecida.
Sin embargo, los nominados por Todo en todas partes… parecen no aceptar la derrota. La actriz malasia Michelle Yeoh publicó en Instagram un controvertido argumento en contra del posible triunfo de Cate Blanchett, por su virtuosa actuación en Tár, de Todd Field. Según Yeoh, su obtención del premio significaría el primer caso de una mujer asiática en la historia… y al fin y al cabo, Blanchett ya tiene dos estatuillas, ¿para qué quiere una tercera?
No ayuda el que la mayoría de las nominadas reúne escasos méritos para quien esto escribe. Aunque Tár es por mucho mi favorita, es probable se quede con las manos vacías porque es demasiado buena e incisiva para atraer a los académicos. También me gustan Elvis, de Baz Luhrmann, Los espíritus de la isla, de Martin McDonagh y Los Fabelman, de Steven Spielberg, pero no ganarán más que en una o dos categorías, si acaso.
Ni modo. Nos tocará resignarnos al festejo de la mediocridad y los discursos eternos. Eso sí, celebraremos el tercer Óscar que obtendrá Guillermo del Toro. Su versión de Pinocho es una de las premiadas más cantadas de toda la velada. Y será un triunfo inobjetable.
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