La economía mexicana está posicionada para desempeñarse “bastante bien en los próximos cinco o 10 años”, en un contexto en el que las relaciones entre China y Estados Unidos “se están volviendo mucho más desafiantes”, asentó Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group, la empresa líder en consultoría e investigación de riesgos políticos a nivel mundial.
En un artículo publicado en GZERO Media sobre su reciente visita a la Ciudad de México –que documentó con una foto en Twitter de su reunión con el presidente Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional–, Bremmer destacó que percibió menos críticas de ejecutivos de empresas y banqueros hacia el Presidente, que antes de la pandemia.
“Bueno, en realidad, no ha sido tan malo como esperábamos”, consignó el analista en riesgo político, para referirse a lo dicho por empresarios y banqueros con los que se reunió. La actual administración no ha aumentado impuestos, la deuda respecto al producto interno bruto (PIB) se ha mantenido en torno a 50 por ciento, pese a la pandemia. “Y, de hecho, en muchos sentidos, como líder (López Obrador) ha sido conservador en términos de gobierno pequeño y disciplina fiscal”.
Parte de esta relación entre la iniciativa privada mexicana y el actual gobierno fue referida por Bremmer en una publicación del boletín semanal EG Update. En ella narró que en su reunión con López Obrador, éste le comentó que en México sólo hay dos tipos de inversión: la pública y la extranjera. “En otras palabras, está diciendo que las empresas mexicanas en realidad no invierten en el futuro del país”, acotó el fundador de Eurasia Group, sobre lo dicho por el funcionario mexicano.
“Creo que parte del enfado de las élites con esta administración es que ya no pueden influir en la política regulatoria y legislativa como lo hacían antes. Y si bien el Poder Judicial es un control importante y necesario del poder de AMLO, también es difícil argumentar que las élites económicas no han tenido una influencia indebida en el sistema judicial de México. Ambas cosas son realmente ciertas”, agregó Bremmer en el artículo.
Recalcó que la política interna es la mayor preocupación en el país, sobre todo lo relativo al plan para quitar financiamiento al Instituto Nacional Electoral (INE), lo cual, “de aprobarse, socavaría la capacidad (...) para tener elecciones libres y justas”; al tiempo que ha impulsado manifestaciones masivas en varios estados, “en gran parte de las clases media y alta, mostrando el poder de la sociedad civil de México que difícilmente va a desaparecer.
“Realmente no hay justificación para esa decisión (…) A diferencia de Trump, Erdogan, Orbán o Bolsonaro, entre otros líderes, AMLO no necesita destruir la democracia de México para mantener a su partido en el poder”, contextualizó.
Sin embargo, es probable que la Suprema Corte de Justicia de la Nación dé un revés al llamado plan B propuesto por el Presidente, con lo que tomaría más fuerza la narrativa de que ésta es “corrupta, como él quisiera, todo lo cual socava el estado de derecho en el país”.
Consideró que si bien “hay problemas reales” en la influencia que tienen las élites económicas para dar forma a la política o detener iniciativas, hay otras áreas que necesitan más atención. “Ha habido un éxito muy limitado en la reducción de la violencia en México, en el trato con los cárteles de la droga. Esa es una larga historia de fracasos en México y no salgo más optimista de mi viaje”.
Sobre las críticas que ha recibido López Obrador por su casi nulo trabajo en giras internacionales, algo “inaudito” para el líder de una economía del G-20, Bremmer explicó que el mandatario en cambio se ha dedicado a recorrer el país para reunirse con la población más pobre, lo que explica en parte su popularidad.
Comparó esta percepción con la que se tenía del ex presidente Iván Duque, “amado por el establishment de Estados Unidos, pero en última instancia muy impopular en Colombia, porque se lo consideraba un especie de criatura del Consenso de Washington y no tan interesada en Colombia (...) Creo que AMLO entiende completamente que en el entorno geopolítico actual, eso simplemente no funciona”.
Bremmer destacó que se encuentra “bastante optimista acerca de hacia dónde se dirige el país en general”, en parte por el impulso del nearshoring del que todos los tomadores de decisiones hablan en el país. “Es una especie de término incómodo, pero básicamente la idea es: multinacionales con sede en Estados Unidos haciendo mucho más sobre el terreno en México”.