Cada vez que una mujer es hallada muerta y con visibles huellas de agresión, lo primero que se especula es la posibilidad de un suicidio, autolesiones, y se pone en entredicho el estilo de vida de la víctima.
En pocas ocasiones se piensa de entrada en un feminicidio, pese a que desde hace más de siete años la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió que así debe indagarse desde el principio toda muerte violenta de una mujer.
Esta es una de las causas principales por las que sólo 26 por ciento de las muertes violentas de mujeres son investigadas como feminicidios, precisa a La Jornada María de la Luz Estrada, coordinadora general del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF).
“En promedio asesinan a más de 3 mil mujeres al año, eso no ha bajado desde hace un lustro. Desde 2019 han sido asesinadas 14 mil 702 mujeres y en sólo la cuarta parte de los casos se inicia una investigación como feminicidio.”
Estrada puntualiza que no se puede afirmar que los asesinatos de mujeres por razones de género están disminuyendo, porque las cifras de homicidios dolosos (deliberados) se han mantenido prácticamente igual en los últimos años. En 2020 fueron 2 mil 800; en 2021, 2 mil 748, y el año pasado, 2 mil 808, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En 2022 se investigaron 948 casos como feminicidios, 3.2 por ciento menos que en 2021, cuando hubo 980. Sin embargo, en 2020 fueron 947 y en enero de 2023 se reportaron 68, sólo 12 menos que en el mismo mes del año pasado.
Violencia familiar, la antesala
Isabel Suárez Terrazas, abogada de Idheas Litigio Estratégico en Derechos Humanos, añade que la violencia familiar es la antesala de la mayoría de los feminicidios, pero las autoridades minimizan las denuncias de esta índole, por lo cual hay subregistro de los asesinatos de mujeres por razones de género.
“Todo empieza con una palabra, con un golpe y va aumentando; ese es el primer camino que sigue un perpetrador, pero por omisión de las autoridades y de la enorme impunidad, termina cometiendo delitos muchísimo más graves, incluso privar de la vida a una mujer”, señala Suárez Terrazas, litigante especialista en género.
En México, en 2015 hubo 127 mil 424 denuncias de violencia familiar y en 2022 llegaron a 270 mil 544; es decir, estos casos aumentaron a más del doble en ese periodo. Sólo en enero de este año sumaron 21 mil 375 y en el mismo mes de 2022 fueron 17 mil 387, un alza de 22.9 por ciento.
Un reciente caso de violencia familiar que derivó en feminicidio es el de Abril Guadalupe, quien fue asesinada por su pareja el pasado 15 de febrero en León, Guanajuato. Él la apuñaló, luego la roció con gasolina e incendió el domicilio para cubrir las huellas. Por agresiones previas ella había estado en un refugio temporal junto con sus hijos. Cuando concluyó la medida de protección, regresó a su casa, donde finalmente ocurrió el crimen.
Omisiones
Hasta hoy, pocos estados se ciñen al criterio judicial emitido en 2015 por la SCJN, a propósito del caso de Mariana Lima Buendía. Esa debería ser la “premisa fundamental”, la investigación de todas las muertes violentas de mujeres como feminicidio, para lo cual cada entidad debe tener un protocolo actualizado al nuevo sistema de justicia penal, lo que no ocurre. “Se sigue dando más fuerza al testimonio por sobre las pruebas científicas y se caen los casos”, explica la abogada Suárez Terrazas.
Pese a las propuestas para fortalecer el tipo penal de feminicidio, las autoridades siguen sin acreditarlo de manera adecuada. “Ya no debería haber excusas”, pero los agentes del Ministerio Público “no entienden todavía que las lesiones infamantes y degradantes, entre ellas las fracturas y ataques con ácido y con otras sustancias inflamables, constituyen un intento de feminicidio”.