Con la pompa que la caracteriza, en unos día más se inaugurará la Convención Bancaria (número 86, a realizarse en Mérida, Yucatán), que, una vez más, congregará a la sagrada familia financiera y a la que asistirá Andrés Manuel López Obrador, Rogelio Ramírez de la O y otros representantes del sector público. Como todos los años, los barones del dinero presumirán sus ostentosas ganancias y lo poderosos e intocables que son, al tiempo que refrendarán su disposición para ganar cada día más a costillas de recursos ajenos.
Nada nuevo bajo el sol. Por cortesía –no se crea que por cínicos– aplaudirán al Presidente de la República y al Secretario de Hacienda, aunque su aplausómetro está condicionado al monto de utilidades netas obtenido por los bancos en un periodo dado, pero especialmente en un sexenio determinado.
Por ejemplo, en la Convención Bancaria de 2006 al secretario foxista de Hacienda, Francisco Gil Díaz (quien se emocionó “hasta las lágrimas”), los barones del dinero lo ovacionaron de pie durante 86 segundos, a razón de 2 mil 900 millones de pesos por cada uno de ellos hasta completar los 250 mil millones que en utilidades netas obtuvieron en el sexenio del mariguanero. Ellos, desde luego, sin considerar el plus ofrecido: extranjerización, evasión fiscal y pago expedito de los pagarés Fobaproa. ¡Cómo no aplaudir!
Ese fue el monto de utilidades netas obtenido por los barones del dinero (ajeno) con Fox, y si esa cantidad ya resultaba ofensiva, en los siguientes sexenios mejoró sustancialmente: con Calderón, se embolsaron 428 mil millones; con Peña Nieto, alrededor de 700 mil millones y en los primeros cuatro años de López Obrador –en plena pandemia– un tanto similar al anterior.
En esos cuatro gobiernos se embolsaron más de dos billones de pesos, un monto similar al que los mexicanas han pagado y pagarán por la deuda del “rescate” bancario de 1995 que Ernesto Zedillo y los prianistas les heredaron. Negocio redondo, para los barones, desde luego. Sin embargo, el aplausómetro de los banqueros no ha sido igualado –con todo y que sus utilidades han aumentado sustancialmente– al registrado en aquella convención bancaria de 2006, en la que “despidieron a Gil Díaz (eso del “despido” es puro cuento, porque a los pocos días de dejar la Secretaría foxista de Hacienda fue contratado por la trasnacional HSBC).
Pero, ¿de dónde tantas utilidades?, porque en ese periodo la economía nacional no creció más allá de 2 por ciento promedio anual y el poder adquisitivo se desplomó. ¿De dónde, pues? Una buena parte de especular con recursos ajenos, pero queda la idea de que así como hay “guardianes de la Constitución” existen los “guardianes” y lavadores de todo tipo de dinero, y como los primeros son ciegos, sordos y mudos en esto de la industria del chaca-chaca, pues los segundos aprovechan la circunstancia y se dan vuelo.
No es gratuito que, al menos desde 1996, el Departamento de Estado advierta que “los cárteles de la droga han elegido al sistema financiero mexicano como el principal centro de lavado y repatriación de dinero proveniente del narcotráfico en el hemisferio occidental”, sin dejar de lado que la estimación, sólo en el caso de nuestro país, es que cada año ingresan entre 30 y 40 mil millones de dólares por esa actividad ilícita, aunque en Estados Unidos nada mal cantan las rancheras.
No sólo eso: en 2010, el Comité Permanente de Investigaciones del Senado estadunidense denunció que entre 2007 y 2008 (sexenio de Felipe Calderón, qué raro) el banco trasnacional HSBC, por medio de su filial en México, remitió alrededor de 7 mil millones de dólares en efectivo a la sucursal que el corporativo mantiene en el vecino del norte, dinero presuntamente proveniente del narcotráfico. Sin embargo, el entonces secretario de Hacienda, Juan Antonio Meade, aseguró que el caso de lavado de dinero de esa institución financiera fue “corregido” y “ya se cerró”, pero la industria del chaca-chaca no deja de crecer.
Claro, este tema no se toca en las convenciones bancarias.
Las rebanadas del pastel
Válida, sin duda, la exigencia estadunidense: “justicia por la inaceptable muerte de dos conciudadanos en México”, a la que debe sumarse la de millones de personas y cientos de países en el mundo que demandan lo mismo cuando el gobierno y el ejército de Estados Unidos, sin más, masacran a sus poblaciones (los ejemplos sobran). La primera será atendida, sin duda, pero la segunda se mantiene como asignatura pendiente, con la complicidad de no pocas naciones e instituciones.
Twitter: @cafevega