Ciudad de México. La pandemia de covid-19 cambió para siempre a los museos y su relación con sus públicos, reconoce Mariana Munguía, coordinadora Nacional de Artes Visuales del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, al explicar que esos recintos no sólo existen por sus programas expositivos.
“Si desde antes hablábamos de diversidad e inclusión, la contingencia sanitaria nos hizo entender que, en efecto, tratábamos de llegar a todas las posibles audiencias. Ahora nos dimos cuenta de que no se trata sólo de atraer público a tu espacio, sino de salir a buscar a estas comunidades y conectar con ellas, y reconocer, incluso, que tal vez muchas personas no tienen acceso a las redes sociales”, agregó.
En general, los museos en México no estaban preparados para operar en línea cuando se les obligó a cerrar sus puertas durante varios meses. Nunca había habido necesidad de eso. Las exposiciones se visitaban en los diferentes recintos de forma “presencial”, palabra que se volvió popular y de uso cotidiano, a raíz de la pandemia.
Una excepción fue el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) el primero en dar a conocer, el 23 de marzo de 2020, pocos días después de ser anunciado el confinamiento, la apertura de su Sala 10, un espacio expositivo virtual que ya estaba en ciernes. Se trataba de resolver un problema respecto de la programación, ya que en ella se exhiben videos hechos por artistas.
Trasladarse a la virtualidad y elaborar nuevos contenidos constituyó un “reto”, añade Munguía. Las personas responsables “trabajaron como nunca en su generación, pues no estábamos acostumbrados a la virtualidad. Por supuesto, no todos los contenidos se difundían al principio; teníamos que entender si funcionaban o no”.
Aunque en términos de público ha costado trabajo regresar a los números de asistencia prepandemia, “creo que lo hemos logrado”, afirma la funcionaria.
En 2019, el Museo del Palacio de Bellas Artes recibió 638 mil 756 visitantes a las exposiciones. En 2022 el recinto fue visitado por 607 mil 747 personas. La muestra Sólo lo maravilloso es bello. El surrealismo en diálogo. Museo Bojimans Van Beuningen-México, fue vista por casi 250 mil personas, una “muy buena cifra”.
Ha sido más difícil recuperar al público en la asistencia a las actividades, es decir, conferencias y presentaciones. Primero porque en un principio “no podíamos hacer visitas guiadas, ni escolares. Los niños ya no deben viajar en los camiones”, apunta Munguía. Mientras en 2019 la asistencia a las actividades atrajo a 95 mil 943 personas, en 2022 apenas fue de 22 mil 730.
Si bien la cifra de asistencia le importa al museo, no es el único elemento, observa Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del MUAC, recinto que en los meses recientes ha tenido “la misma entrada de siempre. Rebasamos los mil 500 asistentes los domingos”.
El historiador destaca que “hubo un cambio generacional de público del museo”. A los 15 años de fundado el MUAC, “su público original es ya bastante mayor. Presenciamos otro tipo de expectativa de consumo cultural, algo que habrá que atender. Parte de nuestra tarea, pues, es acompañar y adivinarlo”.
En otro nivel operativo hay una serie de retos de importancia con relación a efectos económicos del covid-19 que no son visibles para el público. “Hubo un incremento desmedido en los costos de transporte. El funcionamiento de las aduanas no tiene la misma calidad que antes. No me es posible explicar si esto es aun efecto de los retrasos, en México también hubo un cambio de autoridad. Eso a la vez con la pandemia provocó requisitos en el transporte internacional que implicaron costos adicionales. Esto es universal y muy dramático porque está por encima de los gastos de otros campos.
“Durante 2022 hubo problemas muy serios de flujo de transporte mundial. La exposición del artista francés Ben Vautier –actualmente en exhibición– estuvo en serios problemas de transporte, debido al flujo de los barcos en Europa”. También, “el covid-19 generó rutinas de desinfección que hoy no sé si son necesarios, pero continúan y son costosas”. Luego, “hay requisitos de qué se puede transportar. Los costos de transportación de personas se duplicaron. Todo esto crea una situación complicada”.
No todo son malas noticias. “La pandemia de covid-19 nos favoreció en el sentido de tener una relación con el público en un radio geográfico mucho más amplio del que teníamos, precisamente por la virtualidad. Para mí esto orientará un poco la pregunta de cómo gestionar el museo en los siguientes años. Tenemos que imaginar que habrá un cambio institucional que todavía no podemos atinar en términos de qué tipo de cultura se va a producir, quiénes son los agentes del rendimiento cultural y cuál es su sustancia”.
La virtualidad llegó para cohabitar con lo presencial de manera híbrida. En el Museo Nacional de la Estampa ya no pueden dejar de existir, ni disminuirse, las actividades virtuales, señala su director, Emilio Payán. Ante las dimensiones reducidas del recinto, la virtualidad ha añadido salas adicionales al museo para exposiciones en línea y presentaciones de todo tipo.