En la valoración del desempeño probable de la economía nacional en dos aspectos claves, el crecimiento y la inflación, se pueden distinguir posiciones que incorporan razonamientos de diversa naturaleza. Estos razonamientos se sostienen en escenarios globales como nacionales diferentes, así como con argumentos que resultan opiniones que pudieran conducir a modificar aspectos relevantes de las políticas públicas vigentes.
En relación con el crecimiento, sabemos que la economía creció 3.1 por ciento en 2022, lo que resultó por encima de lo que se esperaba en la mayor parte de las previsiones.
En la valoración de las perspectivas para 2023 sigue habiendo muchas diferencias. Por supuesto, este resultado replantea la expectativa de crecimiento para 2023. Hay dos planteos dominantes: la opinión de los analistas financieros y de organismos internacionales y la perspectiva presentada por el gobierno mexicano. La opinión de analistas es que la economía crecerá un poco más de uno por ciento, en tanto que el gobierno ha planteado que creceremos a una tasa cercana a la de 2022.
Las diferencias se explican por el desempeño que se espera de la economía estadunidense. Los pronósticos optimistas indican que esa economía crecerá 0.5 por ciento y los pesimistas señalan que sufriría una ligera recesión en el segundo semestre. En ambas previsiones un elemento que influye es la manera en la que se comporten los precios y, derivado de ello, la política monetaria que se decida. Es claro que si se confirma que la inflación a nivel global se desacelera, las decisiones de la Reserva Federal mantendrán las tasas en niveles de 3-3.5 por ciento.
Por supuesto, no se trata de simples números. Detrás existen consideraciones que fundamentan el pronóstico. Para el gobierno mexicano, lo central en el posible desempeño de nuestra economía para este 2023 es que se aproveche la relocalización de las cadenas de suministro, el nearshoring.
Se trata de que el país permita eficientemente que nuevas empresas se instalen y que exporten sus productos también eficientemente a Estados Unidos. Si la economía estadunidense crece, este suministro de partes estratégicas crecerá. Si, por el contrario, hay recesión, el estímulo disminuiría significativamente.
A esta relocalización, habrá que sumar los márgenes de maniobra para tomar decisiones de política que el gobierno ha logrado, gracias a que no ha habido endeudamiento externo neto adicional y a que las finanzas públicas se mantienen en línea con lo aprobado por el Congreso. Además, los grandes proyectos de inversión del sexenio en cuanto empiecen a operar, generarán economías externas para las inversiones que eventualmente llegarán al país. De modo que la expectativa oficial es plausible.
En relación con la inflación nacional, los pronósticos se basan en la trayectoria en el año, lo que explica los tiempos de las decisiones de política monetaria. Se acepta que el problema inflacionario tiene su origen en la economía mundial y que ha empezado a ceder. Sin embargo, la inflación en México, pese a haber sido transmitida por una inflación global determinada por dificultades en las cadenas de distribución del comercio global, no ha disminuido del modo en que lo ha hecho la mundial. Por esto, se pronostica que el Banco de México seguirá incrementando su tasa de interés hasta que los precios nacionales hayan cedido consistentemente
Una consideración importante remite a la capacidad del BdeM para efectivamente controlar la inflación. Su junta directiva ha planteado que la política monetaria decidida por ella “no es tan potente como se quisiera”. Esta falta de potencia les obliga a tener una política muy restrictiva, es decir, lleva a mantener el ciclo alcista de las tasas. Por esto persisten en esta línea ortodoxa de política monetaria que ha afectado las finanzas de los deudores y de quienes podían haber decidido un emprendimiento productivo o comercial. Ha afectado también, pero en sentido contrario, a los bancos comerciales que han logrado utilidades récord en 2022.
La economía mexicana en 2023 podría crecer más de lo que piensan los analistas, acercándose a la meta gubernamental, si la economía estadunidense evita la recesión. Lo que no evitaremos es que la junta directiva del BdeM siga elevando las tasas hasta llegar a 12.5 por ciento, aunque la inflación no reaccione a estos aumentos. Lo que sí reaccionará es la economía, y particularmente los usuarios de crédito para quienes se han encarecido sus pasivos. De modo que, como en los tres sexenios anteriores, la política fiscal buscará impulsar la economía y la política monetaria buscará frenarla.