Ciudad de México. La pandemia de covid-19 llegó a la Ciudad de México con un sistema de salud en proceso de reconstrucción, en el que faltaba equipo y personal especializado, que obligó a las autoridades a trabajar sobre la marcha para atender los contagios asociados a esta enfermedad que en tres años afectó –según el reporte más reciente de las autoridades de epidemiología federales– a un millón 846 mil 481 personas y ocasionó 44 mil 10 decesos.
De acuerdo con la secretaria de Salud local, Oliva López Arellano, el momento más crítico de la crisis sanitaria ocurrió en la segunda ola, en particular el 23 de enero de 2021, cuando se llegaron a tener 10 mil 500 hospitalizados en la capital del país, que se quedó a 300 camas de llegar a su límite, pero antes se vivió una primera ola devastadora, considerada la más letal, a grado tal que hubo semanas con 300 decesos diarios asociados al virus.
El 27 de febrero de 2020 bastó que se confirmara el primer caso de covid en el país, para que el temor inundará a los capitalinos. En farmacias se agotaron los cubrebocas y en los supermercados se realizaron compras de pánico.
A principios de marzo, aún las autoridades consideraban innecesario suspender los actos masivos, e incluso se realizó el festival Vive Latino, pero el 23 de marzo se emitió la declaratoria de la Jornada Nacional de Sana Distancia, que llevó a la implementación de medidas sanitarias, el distanciamiento social y se decretó el cierre de establecimientos mercantiles con la campaña Quédate en Casa, para disminuir los contagios.
Unos días después, el 12 de mayo, con 5 mil 400 personas hospitalizadas, en el valle de México se reportaban las unidades médicas con baja disponibilidad de camas para recibir pacientes y falta de equipo de ventilación mecánica. La mayor saturación se registró en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), donde eran atendidos 111 enfermos.
A finales de ese mes, el acelerado crecimiento de contagios y decesos asociados al covid-19 ocasionó la saturación de panteones y crematorios de la ciudad, e incluso las funerarias hacían uso de remolques refrigerantes ante el sobrecupo de cadáveres.
A los hospitales, de acuerdo con el reporte de las autoridades de salud, llegaban 70 por ciento de los enfermos de covid-19 graves y multitratados con medicamentos que daban una falsa sensación de mejoría, por lo que incluso, ya no se contaban como mortalidad hospitalaria, porque llegaban agónicos.
Hacia finales del año, ante la saturación en los hospitales, se daba el alta oportuna a los casos menos graves, lo que provocó el peregrinar para conseguir tanques o concentradores de oxígeno medicinal, ante la escasez en los expendedores, donde se hacían largas filas. Cada pieza se llegó a cotizar hasta en 15 mil 900 pesos.
Para enero de 2021, aún sin una vacunación masiva, la secretaria López Arellano recuerda que encontrar una cama disponible era como buscar una “aguja en un pajar”. Ella y su equipo hacían guardias en las instalaciones del C5, para auxiliar en los servicios de urgencias. “En la madrugada, cuando nos decían ya están en espera 50 ambulancias, era buscar por aquí y por allá para canalizarlas”, recordó.
Así vivió hasta el 14 de febrero de 2021, cuando se inició la vacunación masiva para el primer grupo de 60 años y más, lo que redujo rápidamente la mortalidad.
En entrevista con este diario, la funcionaria consideró que la clave que permitió evitar escenarios como los ocurridos en otros países, fue hacer de todas las instituciones un sólo sistema, pues la pandemia comenzó cuando en la ciudad se estaba estabilizando y corrigiendo lo más urgente en la red hospitalaria, que la recibieron en una situación crítica, sin equipo ni personal y un servicio deficiente.
También consideró que el empezar en China y continuar en Europa dio la oportunidad de tomar previsiones con dos meses de anticipación, con lo que se lograron elaborar los protocolos de atención y se preparó la estrategia de reconversión de hospitales, que empezó con cuatro y terminó con 11, así como la instalación de las unidades temporales del Ajusco Medio y La Pastora, y el hospital Citibanamex, que apoyó en las olas más críticas.
A diferencia de otros países, que actuaron de manera segmentada, aquí fue importante funcionar como un sistema unificado, gratuito y masificado no sólo en la ciudad, sino con el estado de México, al reconocer que se trataba de una zona metropolitana con una concentración de 22 millones de personas con 5 millones que se mueven de un lado para otro.
Un territorio muy heterogéneo, con calidades de vida muy satisfactorios y otros muy precarios, con población en el sector informal o sin protección social, que aun cuando era muy difícil el resguardo generalizado, hubo momentos en que la movilidad se redujo 80 por ciento, con actividad sólo en los servicios esenciales.
En febrero de 2020 se confirmó el primer caso de covid-19 en el país. Enseguida se agotaron los cubrebocas y en los supermercados se realizaron compras de pánico. Foto FG.
“En ese momento, los dispositivos desarrollados por la Agencia Digital de Innovación Pública fueron fundamentales, porque se hizo un tamizaje de riesgo, con lo que se podía dar atención desde Locatel en caso de resultar positivo, con su respectivo kit de apoyo alimentario y de medicamento. Se logró que a los hospitales sólo llegaran los casos de urgencias”.
Recordó que se trató de una época de mucho trabajo territorial, porque se instalaron los kioscos para las muestras, las brigadas de salud en tu casa, la entrega de kits de apoyo, el monitoreo de apoyo, y las alertas de usted está entrando a zonas de alto contagio, como ocurrió en algunas colonias y la Central de Abasto, donde se pudieron contener las transmisiones, al igual que en los reclusorios, los albergues y asilos.
Comentó que la vacuna llegó dar un respiro a la ciudad, que logró cifras récord con 230 mil vacunados en un día, labor que no fue mérito de una sola dependencia, sino de un esfuerzo coordinado con distintas instituciones federales y locales, lo que permitió llegar a una tercera ola con la aparición de nuevas variantes y cuadros menos graves.
“El covid-19 es multisistémico, no sólo es respiratorio, se presentaba como una enfermedad pulmonar, pero afectaba muchos órganos, pero ya con la vacuna el predominio era de vías respiratorias y eso empezó a hacer una diferencia, ante una población ya vacunada y con medidas sanitarias ya aprendidas”.
Las filas de los primeros días se acabaron cuando hubo un ajuste y establecieron los macrocentros de vacunación, que fueron un gran éxito. Hubo convicción de servicio y la participación de la gente fue ordenada y festiva, además de ser un proceso pedagógico de acceso igualitario, porque no hubo privilegios, ni saltarse su turno, todos debieron formarse.
Dijo que, en todo ese proceso, hay que agradecer la colaboración de la población, pues cuando hubo que resguardarse lo hizo en la medida de sus posibilidades, algunos lo hicieron un mes, otros dos años. Cuando se pidió el uso de dispositivos de protección personal como el cubrebocas se hizo conciencia, sin presión ni amenazas, y cuando llegó la vacuna, la gente acudió a vacunarse, porque en otros países, la gente no acudía.
La epidemióloga señaló que el covid-19 está en vía de ser una enfermedad estacional, con la que se tendrá que aprender a vivir, y al igual que ocurre con la influenza, se deberán tomar medidas de protección en cuanto empiece la temporada invernal, tanto en la alimentación como el uso de cubrebocas.
Todos los hospitales tienen ahora un área de aislamiento, por si llega alguien contagiado de covid-19, pero ya empieza a tratarse como una gripa, y se le indica al paciente que hasta que no termine su proceso no podrá ser intervenido.
Con 4 mil trabajadores de la salud que fueron contratados durante la pandemia, López Arellano afirmó que se retomó el fortalecimiento del sector que se había quedado pendiente en 2019. La meta es lograr 100 por ciento de abasto de medicamentos, una mayor inversión en equipamiento y mantenimiento de los centros de salud y fortalecimiento de la plantilla del personal.
La funcionaria destacó que la pandemia sirvió para la revaloración del trabajador público, en particular del de la salud, porque los neoliberales hicieron una campaña para desprestigiar lo público para privatizar y mercantilizar, pero esto dignificó otra vez el quehacer de las enfermeras, de los camilleros, de todo el personal.
“Si no hubiéramos tenidos instituciones públicas, aun como estaban de desmanteladas, fragmentadas y desfinanciadas, no hubiéramos podido atender la pandemia así con esta fuerza, siempre podemos decir que fue insuficiente, que se murió gente, que fueron letales las primeras dos olas, pero hubo desde el gobierno de la ciudad la decisión de poner todos los recursos y capacidad institucionales y personales, y eso fue muy importante”.