Ciudad de México. En el famoso y céntrico mercado de La Ciudadela, en Balderas, las máscaras de luchadores se ven relucientes colgadas como ramilletes tornasol en muchos puestos. En uno del pasillo 11 son los únicos artículos que se ofrecen, pues desde hace años Ismael Martínez decidió dejar de vender juguetes de madera y dedicar su negocio por completo a estos objetos de culto que son buscados principalmente por los extranjeros. La lucha libre se ha convertido en símbolo de lo mexicano, que genera curiosidad y entusiasmo entre los turistas que visitan los mercados de artesanías de la Ciudad de México.
“¿Dónde hay lucha libre?”, es lo primero que preguntan a Ismael al llegar a su local, relata. “Quieren vivir esa experiencia; yo creo ya se las han platicado otros amigos, porque es lo primero que quieren hacer y nuestro punto más cercano de aquí de La Ciudadela, pues es la Arena México”, así que les dan la información: martes, viernes y domingo.
Originario del interior de la República Mexicana, siempre le gustó la lucha libre. Muy joven se vino a la capital del país, conoció a su esposa, Reyna, y les dieron oportunidad de vender en el mercado de artesanías, a unas cuadras de la Alameda central y la avenida Paseo de la Reforma. “Al principio trabajábamos lo que todos manejan aquí: trompos, baleros, artesanía bonita mexicana. Pasó el tiempo, empezamos a meter playeras y máscaras de lucha libre; después se volvió casi exclusivo de lucha. Sí es muy gustado por el extranjero”, curiosamente, sobre todo por japoneses, pues hay una especie de hermandad a través de este deporte entre ambos países.
Claro, los mexicanos también buscan esta mercancía. “Muchos se quedaron con el auge de los años 90, cuando estaban Octagón, Konnan, Vampiro Canadiense. La mayoría de los diseños que trabajamos son clásicos, de los años 60, 70, 80 y 90”. Y lo que más buscan son máscaras del Santo, Blue Demon y KeMonito.
En cambio, también hay quien sin conocer a los luchadores les gusta más bien el diseño, “siempre preguntan si cada máscara tiene su nombre”; la respuesta es: “sí, cada uno es un personaje”.
En los dos locales que ahora maneja la familia también venden capas, cuadros y fotografías. Las gorras, mandiles, llaveros y calcomanías tienen mucho éxito, y las playeras gustan mucho.
Las hacen en colaboración con un grupo de diseñadoras y otras las han creado los hijos de Ismael, incluido el Luchabet, o sea, el alfabeto luchístico: A de Atlantis, B de Blue Demon, C de Canek, y sigue. También hay de la Dama Enmascarada y de Tiger Mask, un gladiador japonés.
Oferta en Coyoacán
En el sur de la ciudad, en uno de los barrios más turísticos, frente al jardín Allende, en el Mercado de Coyoacán, don Armando Gutiérrez desde muy temprano comienza a colgar las máscaras de luchador en su vistoso puesto de artesanías y trajes típicos, donde desde hace 44 años se dedica al comercio. Siempre ha vendido máscaras, aunque últimamente hay más demanda.
“Por aquí pasan turistas; compran mucho porque en sus países ven las luchas por Internet”, relata. Su puesto es uno de varios en este sitio, donde la mercancía de luchadores es requerida. Refiere que las máscaras que más se venden son las clásicas, como las de Santo, Huracán Ramírez o Blue Demon. Las vende en 100 pesos, pero hay unas más económicas para niños, en 50 pesos.
“Orita, los que están de novedad son Rey Misterio, Místico y Dr. Wagner, quien, aunque perdió su máscara, se sigue vendiendo”. Ofrece mucha variedad, pero a la semana calcula que vende hasta 100 máscaras, “todas parejito”, relata contento de generar interés en este deporte espectáculo muy mexicano.
A un par de cuadras, Leo es un guía de turistas que, acompañado por un grupo de paseantes extranjeros disfruta una bebida en uno de los tradicionales cafés. Le suelen preguntar bastante por las luchas, comenta. Incluso, entre los recorridos que ofrece, dedica una visita a la Arena México.
A punto de iniciar su recorrido, que incluye los museos de Frida Kahlo y León Trotsky, por supuesto pasarán por el mercado de artesanías, donde los turistas comprarán estos populares símbolos de México, que viajarán en las maletas, entre sombreros de charros, blusas bordadas y camisetas con catrinas.