Dora María Téllez, una de las figuras más importantes de la oposición nicaragüense entre los 222 ex presos políticos que hace cuatro días fueron desterrados, despojados de su nacionalidad y de sus bienes (incluso las pensiones de retiro en el caso de los mayores), contempla la posibilidad de aceptar el ofrecimiento del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador para radicar en México, anunciado hace cuatro días.
“Es una de mis opciones más fuertes, me encantaría”, confirmó a La Jornada, aunque en el corto plazo tendrá que permanecer en Estados Unidos, acogida, como todos los demás excarcelados-desterrados, a quienes Washington otorgó visas humanitarias (parole) que les dan protección por dos años, pero que no les permiten salir del país mientras tanto.
El 22 de febrero, en la mañanera, el Presidente reveló que ya desde diciembre del año pasado escribió una carta al régimen de Daniel Ortega-Rosario Murillo ofreciendo traer a México a Téllez, quien llevaba más de un año en una celda de aislamiento y a oscuras. Su familia había reportado un deterioro de su salud.
Ese día, el ofrecimiento se amplió a todos los nicaragüenses privados de su nacionalidad (van 317 hasta ahora) para que se acojan a la protección del Estado mexicano en la modalidad de asilo, ciudadanía “o lo que decidan”.
Solidaridad internacional
Otros gobiernos –España, Argentina, Chile y Colombia– habían anunciado antes que también abrían sus puertas a quienes decidieran hacerlo. El multipremiado novelista Sergio Ramírez (Tongolele no sabía bailar es una de sus obras más recientes), que salió de Nicaragua antes de ser capturado, aceptó el ofrecimiento del presidente de Colombia, Gustavo Petro, y anunció que se acogería a ser ciudadano de ese país. También el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, le extendió igual ofrecimiento, mismo que Ramírez agradeció. Por su parte, la popular escritora Gioconda Belli, actualmente en España, anunció que aceptaría la nacionalidad chilena que ofreció el presidente Gabriel Boric, una de las voces latinoamericanas que ha condenado con mayor fuerza al gobierno de Managua.
Después de llegar a Washington en el avión que llevó al destierro a 222 presos políticos de Nicaragua, en su mayoría disidentes de muy diversas fuerzas e identidades políticas, Dora María y su compañera Ana Margarita Vijil, fundadoras del Movimiento de Renovación Sandinista, que luego se llamó Unamos, se trasladaron al estado de Georgia, donde radican familiares suyos.
La dirigente, que formó parte fundamental del proceso revolucionario de los años 70 y 80 –hoy sepultado por el dúo Ortega-Murillo– indicó que mientras hace las consultas pertinentes con las autoridades migratorias de Estados Unidos y analiza sus distintas opciones, atenderá de manera prioritaria asuntos de salud.
“Voy a consultar al Departamento de Estado sobre los permisos de salida de Estados Unidos mientras se está con visa humanitaria”. Pero, muy propio de su talante, también compartió: “ya metí mis papeles para tener un permiso de trabajo”.