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Política

2023-02-26 06:00

Despertar en la IV República

Periódico La Jornada
domingo 26 de febrero de 2023 , p. 8

El pasado 22 de febrero se cumplieron 110 años de la muerte de Francisco I. Madero. Este episodio dentro de la llamada Decena Trágica fue un golpe de Estado orquestado por el general Victoriano Huerta, quien usurpó la Presidencia de la República con la intervención directa del embajador de Estados Unidos en México. Es un acto repugnante que fue innecesario, a contracorriente de la conducta del líder que se negó sistemáticamente a usar la violencia para resolver los problemas políticos. Incluso fue generoso con sus adversarios a los que perdonó sus traiciones. Todo parece indicar que le faltó una cuota de crueldad, indispensable para disciplinar a un país tan inclinado a la violencia y a la venganza. Madero mantuvo a muchos porfiristas en su gobierno y no hizo cambios en las Cámaras, lo que provocó que obstaculizaran su corta administración. Otro punto de debilidad es que no intentó siquiera llegar a un entendimiento con las distintas fuerzas que actuaron como agentes activos para que Madero llegara a la Presidencia. Esto lo llevó a cometer diversos errores: no dio nombramientos a generales como Pascual Orozco; apartó a su vicepresidente Pino Suárez; no atendió las advertencias de su hermano Gustavo Madero, y, al mantener a porfiristas en los cargos públicos, provocó el distanciamiento de revolucionarios como Emiliano Zapata, quienes se levantaron en armas al creer que Madero no iba a materializar los cambios por los que habían luchado.

Una paradoja que resultó fatídica es que la iniciativa democrática de Madero no era una empresa menor. El régimen autoritario de Porfirio Díaz era lo que permitía la terrible desigualdad y la rigidez de la estructura política y social, y esas fueron las condiciones que llevaron al país a una revolución en 1910-1911 y a Francisco I. Madero a la Presidencia de la República, mediante elecciones limpias, a finales de 1911. Al no existir mejoras en las condiciones de vida de las personas, sobre todo de campesinos y obreros, Madero perdió muy pronto el apoyo de distintos sectores populares. En aquella época, el avance democrático por el que Madero pugnaba poco tenía que ver con el concepto que hoy tenemos de democracia como una forma de vida.

Hoy podemos decir que hemos avanzado en tener elecciones limpias y justas, el tema pendiente está en que estos progresos se vean reflejados en el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo de México, como lo define la Constitución en su artículo tercero.

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