Educar es enseñar a pensar, pero no en qué pensar, aunque en toda práctica pedagógica se filtre la ideología. En los años 70 ya quedaba claro a los investigadores que en educación básica existen “lecciones ocultas” o implícitas, las cuales llegan a ser más importantes que las lecciones propiamente dichas y juntas constituyen un currículo oculto.
“Ideología y pedagogía en el jardín de niños” es la tesis con que obtuve el grado de maestría en ciencias de la educación, en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav). Editorial Océano la publicó en 1988. Hasta entonces no sabíamos si en la educación prescolar también había lecciones ocultas. Se creía que los niños sólo jugaban. Con metodología etnográfica trabajé un año en grupos de un jardín de niños de la SEP. Tuve hallazgos grandiosos, que es imposible resumir aquí. Sólo citaré un episodio muy elocuente.
Joven y dulce, la educadora reparte hoja de cartulina tamaño carta, cuatro círculos de papel verde, pegamento y crayolas. Coloca un modelo en el pizarrón. Sobre la hoja horizontal, los círculos de papel forman cuerpo y cabeza de un gusanito y se le han de dibujar patitas y antenas. Antes de empezar, los niños repiten una rima: “Un candadito nos vamos a poner (señalan la boca), el que se lo quite va a perder”. Muy bien –dice la maestra– pueden empezar, y recomienda dibujar suelo para el gusanito.
Alex pone su hoja vertical y arma el gusanito en la parte superior. La maestra lo cuestiona: “¿Un gusano volador? ¡Le falta suelo!” Mientras hace otra ronda, Alex dibuja flores con tallos altos y su gusanito queda sostenido por hojas y pétalos. El niño dio una solución creativa, pero a la maestra le preocupa que no siguió las instrucciones. “Está mal tu trabajo”, le dice. Se lo retira y le da otra hoja: “hazlo otra vez, pero bien”.
Seguir instrucciones es una de las lecciones ocultas que socializan para el trabajo. La educadora no lo sabe, sólo transmite la ideología que ella misma padece. Por suerte, también existen maestras y maestros “desobedientes”, que creen más en su intuición y experiencia que en instrucciones; que piensan más en el niño que en las intenciones ideológicas de programas oficiales. La vida sorprende y fluye…
PS: “Lo único que es constante es el cambio”. Heráclito de Éfeso (540 a. C)