Si bien el cine de horror, dada su popularidad, ha sido practicado por varios directores mexicanos en fechas recientes, es una sorprendente novedad la aparición de Huesera, ópera prima de Michelle Garza Cervera, quien ejerce el género desde una perspectiva inconfundiblemente femenina.
El tema es un embarazo problemático. Valeria (Natalia Solián en una temeraria actuación) es una esposa de clase media que acude con su madre (Aída López) y su tía (Mercedes Hernández) a una efigie gigante de la Morena del Tepeyac con el fin de pedir poderse embarazar. El milagro se le hace. Para su marido Raúl (Alfonso Dosal) la noticia es jubilosa, pero Valeria tiene sus dudas.
Pronto la mujer empieza a padecer alucinaciones espantosas en las que a un ente femenino se le empiezan a romper los huesos. Insegura del eterno despiste de un marido que no se entera, Valeria acude con Octavia (Mayra Batalla), quien fue su pareja lésbica en su juventud; y finalmente busca ayuda a un aquelarre del vecindario para un temible ritual de exorcismo.
Así resumida, la trama no da cuenta de los aciertos temáticos que Garza Cervera y su coguionista Abia Castillo han introducido en la película. Una araña es la primera alucinación de la protagonista en su taller de carpintería, mismo que será convertido en el cuarto del bebé. El motivo de la telaraña será interpretada por la bruja Úrsula (Martha Claudia Moreno) cuando le hace una limpia (“la casa se convierte en cárcel”, le dice) y será repetido visualmente en el exorcismo final. Es evidente la renuencia de Valeria a sacrificar su oficio.
Sexualmente es obvio que Raúl no la satisface e incluso él se resiste a tener relaciones cuando ella está embarazada (“¿no te da ñáñaras?”). El contraste es brutal al volver a tener sexo con Octavia, donde la actividad es claramente placentera. Valeria añora ese pasado de lesbiana punketa y no es casual que empiece a dar a luz durante una enloquecida fiesta punk.
¿Está preparada la mujer a ser madre? Antes vimos cómo era incapaz de cuidar a sus dos sobrinos, unos niños tan malcriados que convencerían a cualquiera a no tener hijos. Ya con su propio bebé no puede contener su llanto, cosa que la lleva al paroxismo. No hay imagen más elocuente de su resistencia que la cuna de la nena en llamas, mueble hecho por ella con sus propias manos.
Como apta directora del género, Garza Cervera va generando el ambiente propicio al horror. El inicio de Huesera es muy luminoso y conforme avanza la narrativa la luz cede paso a la oscuridad. Asimismo, vemos con frecuencia cómo la imagen de Valeria se ve reflejada, fragmentada y distorsionada, en diferentes superficies. Y qué decir de una pista sonora abundante en sonidos de huesos crujientes (la protagonista se truena los dedos constantemente) y otros reforzadores de la atmósfera, que aunados a la música de Gibrán Androide y Cabeza de Vaca consiguen plenamente el efecto inquietante.
Huesera culmina con imágenes de una liberación. Toda espectadora que se haya sentido alguna vez oprimida por su maternidad, su pareja, su hogar… se sentirá plenamente identificada.
Huesera
D: Michelle Garza Cervera/ G: Michelle Garza Cervera, Abia Castillo/ F. en C: Nur Rubio Sherwell/ M: Gibrán Androide, Cabeza de Vaca/ Ed: Adriana Martínez/ Con: Natalia Solián, Alfonso Dosal, Mayra Batalla, Mercedes Hernández, Sonia Couoh/ P: Machete Producciones, Disruptiva Films, Señor Z, Foprocine, Maligno Gorehouse, Simplemente, Terminal, Estudios Churubusco Azteca. México-Perú, 2022.