Ciudad de México. Sofía Álvarez señala hacia el sur, a donde cree que está la falla que hizo temblar la tierra en Turquía. Mientras estira el brazo, el suelo se estremece de nuevo en Kahramanmaras, una de las regiones más afectadas por el sismo. La réplica es leve, casi imperceptible y pasa rápido, como otras miles que los sismólogos ya han registrado. En un departamento en Estambul, la mexicana se encontraba dormida cuando la despertó una llamada la madrugada del 6 de febrero.
“Me habló mi mamá muy asustada a las cinco-seis de la mañana, preguntándome si estaba bien por el terremoto. No tenía ni idea de lo que había pasado”, relata Álvarez en entrevista con La Jornada. “Al poco tiempo me enteré por las noticias que el movimiento había sido en la parte sur, donde miles de personas quedaron atrapadas bajo los escombros”.
Un segundo movimiento telúrico golpeó más tarde el sureste turco y norte sirio con una violencia apenas vista en el último siglo. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el primero alcanzó una magnitud de 7.8 y el segundo de 7.5, lo que los convierte en los más letales que se recuerden en la región. Las autoridades han elevado el número de víctimas mortales a 45 mil, mientras los equipos internacionales de rescate siguen en busca de pequeños milagros.
En el Besiktas, equipo femenil donde milita la queretana desde enero, varias jugadoras intentaron trasladarse en avión a la ciudades más afectadas para ofrecer ayuda; sin embargo, la mayoría de los vuelos comerciales se cancelaron. Muchas de ellas perdieron amigos y conocidos que vivían en alguna provincia fuera de Estambul, de los cuales no pudieron despedirse.
Sin poder salir
Durante esos días, “estando sola, con miedo y sin conocer a nadie, quería irme a mi casa”, confiesa la joven de 22 años. “Estuve dos semanas sin poder dormir. La mayoría de mis compañeras, que son de la capital, se fueron a sus casas para estar con sus familias. Quienes viven en otros lugares cercanos de Europa hicieron lo mismo. Para mí, intentarlo era casi imposible. Casi no dormía pensando en lo que vivieron miles de personas, quienes prácticamente lo perdieron todo mientras dormían”.
El gobierno turco anunció la suspensión de todas las competencias deportivas hasta principios de marzo. El 4 de ese mes se reanudará la Superliga turca, torneo en el que Álvarez continúa su carrera luego de ser contactada a través de un correo electrónico por ejecutivos del Besiktas, especialistas en la captación de talentos. En Estambul, afirma, se encontró con personas de profundas raíces y tradiciones, que no hablan el idioma inglés y con las que trata de comunicarse por medio de bromas y señas en los entrenamientos.
“No es un torneo tan alejado al de México. Aquí la competencia va de octubre a mayo, en un formato de grupos, más la liguilla y con equipos muy técnicos para jugar. Eso hace que el nivel sea muy parecido”, explica. “La mayor diferencia es que el apoyo de los clubes es muy grande. A cada jugadora nos ofrecen un departamento, tres comidas del día y, si necesitamos algo de la casa, siempre alguien 0está al pendiente de nosotras. En la Liga Mx, por lo que sé, sigues recibiendo un sueldo y ya tú ves cómo le haces con lo demás”.
Las secuelas del terremoto plantean muchos riesgos para los habitantes en Turquía, sobre todo en las zonas más devastadas. En la capital son miles los voluntarios que han abarrotado el aeropuerto internacional para intentar ayudar en lo que puedan. A través de redes sociales, Sofía difundió un video con el fin de recaudar víveres y cobijas para los damnificados; además, se unió con la donación de su camiseta a una subasta organizada por la fundación Techo, encargada de ofrecer hogares temporales.
“Algunas personas en el club me decían ‘gracias, México, por apoyar’, aunque yo no tuviera nada que ver con los rescatistas y los perros que vinieron desde allá”, cuenta la estudiante de licenciatura en comunicación y administración de empresas del entretenimiento. “La primera semana en que volvimos a entrenar el ambiente era de tristeza y mucha preocupación. Ahí me di cuenta de la crudeza de lo que es pasar por un terremoto”.
En los últimos recuentos, la autoridades informaron que decenas de jugadores y deportistas tur-cos quedaron sepultados bajo los escombros; entre ellos, el portero Ahmet Eyup Turkarslan, del Malatyaspor de la Segunda División, y Taner Savut, director deportivo del Hatayspor, quienes fueron hallados sin vida.
Aunque han pasado semanas desde su llegada a Turquía, ninguna autoridad de la Federación Mexicana de Futbol o Selecciones Femeniles se ha puesto en contacto con la futbolista queretana. “Me gustaría que así fuera, pero no pasó”, responde la ex jugadora de Gallos sin que eso afecte su principal motivación; “ojalá que en algún momento pueda llegar a la selección nacional, eso es ahora lo que más quiero”.
La mexicana no pudo quedarse inmóvil ante la situación que se vive en Turquía, por lo cual lanzó una iniciativa para subastar camisetas de jugadores y jugadoras con la intención de recaudar fondos, dinámica utilizada tras el sismo de 2017 en México. Álvarez nominó a Santiago Giménez, Natalia Gómez Junco y a Basak Gundogdu, capitana del Besiktas, para donar sus jerseys.