Ciudad de México. La deuda en México se redujo 7 puntos porcentuales el año pasado como proporción del producto interno bruto (PIB), debido al crecimiento de la economía y a menores obligaciones del sector público, de empresas, pero sobre todo de bancos, cuya rentabilidad gira en torno a las tasas de interés que el año pasado fueron al alza con el objetivo de contener la inflación. El único rubro que aumentó fue la deuda de los hogares, reportó el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF por su sigla en inglés).
La asociación exhibió que la deuda en México, tanto pública como privada, pasó de 94.6 por ciento del PIB al cierre de 2021 a 87.6 por ciento en el último trimestre del año pasado, en un entorno de alzas en las tasas de interés, que encarecen el costo del crédito.
Las empresas mexicanas pasaron de tener deuda por 24.2 por ciento del PIB a 23.2 por ciento; el sector público de 39.8 a 38.8 por ciento –según la metodología del IIF–; el sector financiero de 14.7 a 9.5 por ciento, mientras los hogares pasaron de acumular 15.9 por ciento de la deuda a 16.1 por ciento.
A escala mundial la deuda se redujo en 4 billones de dólares hasta situarse ligeramente por debajo de 300 billones de dólares en 2022, lo cual marca la primera caída anual desde 2015, detalló la organización. Apoyado en el mayor crecimiento de la actividad económica y de la inflación, el endeudamiento global como porcentaje del PIB cayó 12 puntos en 2022, a 338 por ciento, pero sigue estando por encima de los niveles previos a la pandemia, detalló el IIF.
“Con los costos de endeudamiento en aumento, particularmente para los mercados emergentes, la reducción fue impulsada completamente por los mercados maduros, cuya deuda total disminuyó a 200 billones (…) En marcado contraste, la deuda en los mercados emergentes continuó su tendencia al alza, alcanzando un nuevo récord de 98 billones de dólares en 2022”, exhibió.
Los países de altos ingresos registraron las mayores reducciones de deuda, de 21 puntos del PIB para ser equivalente a 389 por ciento del tamaño de sus economías; y pese a que muchos mercados emergentes tuvieron una disminución en los índices de deuda el año pasado, en total aumentó en 2 puntos porcentuales, hasta 250 por ciento, impulsada principalmente por Singapur y China.
La debilidad de las monedas de los mercados emergentes ha empujado la demanda de los inversionistas internacionales en moneda local a mínimos de varios años, sin señales de una recuperación inminente, mientras la carga de la deuda pública externa de muchos países en desarrollo aumentó debido a las fuertes pérdidas de sus divisas frente al dólar, explicó.
Si bien los costos de financiamiento más altos, junto con los temores sobre una desaceleración global, redujeron el endeudamiento corporativo en gran parte del mundo, la fortaleza de la economía de Estados Unidos provocó un aumento en el monto de préstamos entre las empresas de ese país. De hecho, en 2022, la deuda corporativa no financiera de Estados Unidos superó 20 billones de dólares, aumentando en más de 1.7 billones de dólares respecto a los niveles de 2021, el mayor aumento anual registrado.
Ante el cuestionamiento de si se está ante una nueva ola de deuda, el IFF considera que en el cuarto trimestre de 2022 se pudo haber marcado un punto de inflexión. Ahora que los bancos centrales de China y Japón han brindado liquidez, “el debilitamiento del dólar estadunidense ha reducido notablemente las presiones de financiamiento internacional para muchos prestatarios”.