Ciudad de México. La primera generación de maquillistas profesionales de personas liberadas del sistema de justicia penal capitalino se graduará este miércoles, lo que representa “una forma de salir adelante, de que nos dejen de etiquetar por un error cometido en la vida y demostrar que la reinserción social sí existe”, afirmaron Guadalupe Fernández y Adela Vázquez.
Ambas son parte de las 19 mujeres y dos hombres que terminaron su capacitación como parte del proyecto integral de reinserción social armónica y empática, que se llevó a cabo en las instalaciones del Instituto de Reinserción Social.
El director del Instituto, Arturo Morell, informó que se firmó un convenio de colaboración con la empresa KCM Cosmetic, encabezada a nivel nacional por Karina Cavazos y en la Ciudad de México por Rafael Rocha, quienes impartieron un curso de 40 horas.
La meta es que quienes se gradúen este miércoles en el Centro Cultural Los Pinos, obtengan un kit de maquillaje patrocinado por diversas instancias sociales y cuenten con material de primera calidad para trabajar alrededor de un año.
Además se generará una bolsa de autoempleo para ayudarles con un negocio de emprendimiento, por lo que esperamos que esta experiencia se repita, confió.
Karina Cavazos, empresaria regiomontana, destacó que con esta primera generación cumple con su sueño de compartir sus conocimientos adquiridos en 25 años como maquillistas y demostrar que “sí yo pude desde ceros, porque ellas no lo pueden hacer”.
Hoy “del maquillaje también se puede vivir. El poder no es brillar, es hacer que los demás brillen y el maquillaje creo que es una de las herramientas más importantes para hacer sentir bien y empoderar a alguien”, dijo al comentar que su labor fue altruista.
El haber conocido al director del Instituto de Reinserción Social, afirmó Rafael Rocha, fue una “gran oportunidad para apoyar a personas liberadas y vamos a ayudar en conseguir una bolsa de trabajo, porque hay mucho talento y queremos impulsarlo”.
La intención también es abrir una tienda física de venta de productos y un Instituto atendido solamente por personas liberadas, para que “no sólo maquillen, sino capaciten, como nosotros lo hicimos con ellas”.
Guadalupe Fernández, “Chapis”, de 56 años, destacó que este proyecto “me cambió la vida, pues me ayudará económicamente y también para verme bonita al igual que las personas que atienda, con el kit que nos den, y demostrar que la reinserción social existe”.
Anteriormente, comentó, participó en el curso de cocina y le apoyaron con utensilios, permitiéndole “hacer comida por encargo para una fiesta de vecinos, amigos y hasta del Instituto, lo cual es una forma de empoderarte”
En el Instituto “nos valoran como personas, no te etiquetan y el director nos ha dicho nunca con la cabeza agachada, ustedes valen mucho y eso nos ha permitido tomar otros cursos y aspirar a terminar una carrera de medicina o enfermería, en mi caso”.
Adela Vázquez, de 46 años, reconoció que “cometí un error en la vida, que no pude contener, pero eso me permitió conocer la reinserción social que me ha dado mucho apoyo, como impulso laboral o empleo temporal, y hasta conocer el teatro”.
El recibir la noticia de que había sido aceptada en el curso de maquillaje “me emocionó, me ayudó a mi autoestima, porque he aprendido a cómo hacerlo conmigo y con una de mis cuatro hijas, y nos donarán un kit de 12 mil 800 pesos, todo es un regalo de Dios”.
Hoy quiero que “mis seis hijos y mis nietos vean a una abuelita trabajadora, alegre, porque antes siempre estaba triste, y que tengo mucho camino por andar”, expresó.