Pachuca, Hgo. Con una máquina de coser de reuso, Mayn Cruz Muthé, joven indígena otomí de la región del Valle del Mezquital de Hidalgo, aprendió en sólo tres años el arte de confeccionar máscaras de lucha libre. Ha elaborado de forma empírica, pero motivado por su enorme pasión, poco más de un centenar de esas prendas, casi todas con diseños propios.
Aunque aprendió a hacer las máscaras como mero pasatiempo, cuando subió las fotos de sus creaciones a su cuenta de Facebook despertó interés entre aficionados y profesionales del pancracio.
Gladiadores de todo el país le pidieron hacer repuestos de las máscaras que usan, ya que “durante las contiendas que sostienen las que portan resultan dañadas”, explicó.
El mascarero señaló que no puede revelar qué luchadores le solicitan sus servicios, porque sus nombres y máscaras están protegidas por derechos de autor. Esos mismos atletas le han solicitado que haga máscaras con variaciones de sus diseños originales, para hacerlas más atractivas a sus seguidores.
“Aprendí por cuenta propia. Justo antes de la pandemia compré una máquina de coser casera en una casa de empeño, y la tuve arrumbada por algún tiempo. Justo al empezar el confinamiento, en marzo de 2020, me puse a practicar con ella para tratar de entender cómo se usaba”, narra en entrevista con La Jornada, en la sala de su pequeño departamento, rodeado de retablos con pinturas multicolores de luchadores que realizó.
“En esos días, como todos, estaba encerrado en mi casa. Hacía home office, y al terminar me quedaba mucho tiempo libre, así que como pasatiempo, y por ansiedad, me puse a pintar, a hacer ejercicio y al final aprendí a usar la máquina de coser para hacer máscaras de luchador”, explica.
Aprender la manufactura de las tapas de los luchadores no fue una tarea fácil, reconoce, “tenía un par de máscaras de juguete, de las que venden para niños en los tianguis; las descosí para ver cómo estaban hechas. Pero los moldes eran malos, así que hice los míos con papel cascarón y cartones reciclados”, recordó quien también es licenciado en diseño gráfico por la Universidad Autónoma Metropolitana.
“Interpreté la forma de la cabeza humana, las proporciones. Es importante aprender un poco acerca de la anatomía del cráneo para hacer los moldes, porque si no se hace bien, se corre el riesgo de que la máscara quede chica, que los orificios de los ojos, la boca y de la nariz no coincidan con el rostro”, puntualizó el joven artista.
Tardó varios meses de pruebas y de errores para perfeccionar sus moldes, “porque ningún mascarero vende los suyos, son muy celosos de su trabajo; hasta donde sé, no es sencillo conseguir buenos moldes para confeccionar las máscaras, por eso lo mejor es que uno se ponga a crear los suyos”.
Cruz Muthé utilizó para sus prácticas retazos de tela y ropa vieja que tenía guardada en su casa. Con el tiempo descubrió que “los materiales que usan los mascareros son muy variados, pero la mayoría utilizan telas importadas, pieles, viniles e incluso pedrería. Usan mucho una tela japonesa que llega a costar hasta mil 800 pesos por metro”.
En su caso, para elaborar máscaras profesionales que le encargan los luchadores, utiliza telas y viniles nuevos, algunos importados. Se requiere que resistan los jalones que sufren durante un combate en el cuadrilátero, cuando los rivales intentan revelar su identidad.
Para tapas que no serán usadas en luchas, emplea material de segunda mano, prendas que compra en tianguis o puestos de ropa de paca que “tienen materiales muy llamativos o de muy buena calidad”. El artista tarda de ocho a 36 horas en elaborar cada máscara, dependiendo de la complejidad del diseño.
Santo despertó su pasión
Admirador del presidente Andrés Manuel López Obrador, Mayn Cruz reveló que actualmente se encuentra diseñando una máscara especial para el mandatario, a quien considera “un gran luchador que combate en el cuadrilátero de la política”, aunque reconoció que se le ha dificultado hacer la prenda “porque desconozco la circunferencia de su cráneo y las medidas de su cuello, pero confío en que le quedará”. Por esas mismas convicciones políticas, hace unos meses creó una máscara para Capitán Cuarta T, personaje que interpreta cuando asiste a mitines y marchas del partido Morena.
La lucha libre es un deporte que disfruta desde niño: “Me gusta la iconografía y el valor cultural que tiene para nuestro país”. Recordó además que Rodolfo Guzmán Huerta, el Santo, luchador emblemático de México, era su paisano, de Tulancingo, Hidalgo, lo que despertó en él la pasión “por toda la parafernalia visual de este deporte”.
Además de ser diseñador gráfico y pintor aficionado, Capitán Cuarta T es hablante y escritor en lengua ñañhu (otomí), así como productor audiovisual. Realizó obras para la extinta Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas, al igual que trabajos de animación para televisión.