De pronto los gringos cayeron en la cuenta de que habían errado en sus decisiones de los años 1990. El neoliberalismo les mareó la perdiz y concluyeron que, como “única” potencia planetaria, podían decidir lo que fuere, porque su fuerza económica y militar era indisputable. Decidieron deslocalizar la industria, cuestión por demás favorable a los capitales industriales siempre en busca de zonas con bajos salarios. Pero la derecha trumpista dijo “vamos mal”, y todos en EU cayeron en la cuenta de que el mundo había seguido girando: ahora demócratas y republicanos compiten: a ver quién es el mayor antiglobalista.
En su último discurso ante la unión, Biden formuló una pegunta retórica: “¿Dónde está escrito que en Estados Unidos no podemos volver a ser un gran centro de fabricación en el mundo?”; por ahí siguió su siempre atropellada línea discursiva hasta situarse muy lejos de la deslocalización: produzcamos nosotros lo que necesitemos, y lo que necesite el mundo. Así que, después de ser una tierra de oportunidades para sus empresas, China se convirtió, en un tris, en “enemigo sistémico” de EU.
Europa, que no tenía disputa con Rusia, fue forzada a meterse en el pleito de EU con ese país, y a seguir sus designios respecto de China. Pero avanza el tiempo y el futuro aparece menos claro. Francia, más aún, Alemania, dan muestras de su indisposición para continuar sin más rompiendo lanzas en favor de EU, frente a Rusia y China. Son aristas complejas e incipientes, pero asoman.
Alemania ha anunciado que pronto emitirá una tesis sobre sus relaciones con China: habrá que distinguir entre los abalorios guerreros y el fondo. Su seguridad en el abasto del gas ruso se convirtió en “vulnerabilidad” y “dependencia” por designio de EU. Alemania, frente a China, en una situación que no buscó, ha de hacer ahora de equilibrista entre sus intereses económicos reales y sus lealtades geopolíticas.
Las exportaciones de Alemania a China pasaron de 64.8 mil millones de euros (mme) en 2011, a 107.8 mme en 2022. En tanto, las de China a Alemania pasaron de 79.5 mme a 191.0 mme en el mismo lapso. En 2021, BMW y Mercedes Benz realizaron más de 30 por ciento de sus ventas en China, Adidas 21.7, y el grupo alemán de semiconductores Infineon batió todos los récords con 37.8 por ciento (http://www.mediapart.fr/ journal/international/100223/coment -). De ese orden son los intereses comerciales entre esos países. No puede Alemania hacer una redefinición extrema de sus relaciones con China, sólo porque según EU el país asiático “se ha puesto del lado de Rusia”. Lo cierto es que China no ha hecho sobre Rusia las definiciones que EU quisiera.
Con todo, Alemania no está paralizada, está buscando diversificar sus actividades en India, Indonesia, África y Sudamérica, y ha definido un límite de 3 mil millones de euros “por empresa y por país”.
Esos son sólo algunos de los avatares del rebumbio montado por EU en su abrumadora acometividad para redefinir su creencia de ser el “gobierno del mundo”, uno que nadie eligió. EU no se ha enterado de que el american way of life se halla en avanzado estado de descomposición.
Ante ese panorama, México actúa con ambigua cautela. El gobierno siempre ha guardado celosamente los fundamentos sobre los que se mueve en el plano internacional, más allá de la consigna juarista. A México le es indispensable, como a pocos, desarrollar sus relaciones económicas especialmente con las potencias emergentes, pero aparecemos como atados por la integración y la dependencia de México respecto a EU.
Deberíamos abrir ese debate con claridad. A pesar de tener al elefante encima, es claro que el mundo no es de EU y nada ha ocurrido que permita cambiar el curso evidente de que EU será gradualmente desplazado por China como potencia principal. Hasta una potencia económica como Alemania parece no abandonar la perspectiva sobre el peso futuro de China.
Si Alemania busca en AL acuerdos económicos, y China lo hace aún con más ahínco, México, como ya lo hace el resto de AL, debe buscar sus conveniencias en las redefiniciones y reordenamientos de la globalización: profundizar en el propósito latinoamericanista de la Celac, y asociarse a fondo con el BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Por ese espacio pasa el futuro de la economía mundial.
El gobierno de México ha propuesto integrar toda América para mejorar la vida de todos en el continente y competir exitosamente contra China. Pero ni Biden está de acuerdo con esa integración, como dijo en México, ni AL, en el marco de la Celac, está de acuerdo, porque su propósito es fortalecer su soberanía frente a la potencia que históricamente la ha avasallado. El lugar de México está en la Celac y el BRICS.
No tenemos que pelearnos con EU, sino buscar tratar con todos en un plano de igualdad, con EU, o con Alemania y el resto de Europa, o con China y Rusia. Si logramos buenos acuerdos con China o con Alemania, ello mismo nos permitirá mejores acuerdos con EU.