Kahramanmaras. El balance del terremoto que sacudió hace una semana Turquía y Siria ascendió ayer a 35 mil 331 muertos y ante las escasas perspectivas de encontrar sobrevivientes los esfuerzos se orientan ahora a ayudar a los cientos de miles que se quedaron sin hogar.
Aunque cada vez es más difícil, todavía se hallan personas vivas entre las montañas de escombros de ciudades que quedaron destruidas tras el temblor de magnitud 7.8 del 6 de febrero.
Un niño de 12 años fue rescatado en la provincia de Hatay, 182 horas después del terremoto, informaron los medios turcos.
El balance confirmado es de 35 mil 331 muertos, 31 mil 643 en Turquía y 3 mil 688 en Siria, lo que convierte a este cataclismo en el quinto más mortífero en el siglo XXI.
En Siria, país ya de por sí devastado por más de una década de guerra, se teme que estas cifras sean muy superiores.
El presidente sirio, Bashar al Assad, acordó permitir el acceso a la ayuda de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en el noroeste de Siria, controlado por la oposición, a través de dos cruces fronterizos adicionales desde Turquía por un periodo de tres meses, informó el secretario general del organismo, Antonio Guterres.
Al Assad acordó abrir los cruces de Bab Salam y Al Ra’ee, indicó Guterres en un comunicado después de que el jefe de asistencia humanitaria de la ONU, Martin Griffiths, se reunió ayer con el presidente sirio en Damasco.
Griffiths informó al Consejo de Seguridad de la ONU sobre la decisión de Assad durante una reunión a puertas cerradas, informaron diplomáticos a Reuters.
Antes del sismo, casi toda la ayuda humanitaria crucial para los más de 4 millones de personas que viven en las áreas controladas por los rebeldes en el noroeste de Siria se entregaba desde Turquía por el cruce de Bab Hawa.
El mandatario sirio pidió ayuda internacional para “la reconstrucción de las infraestructuras” destruidas por el sismo en el país, donde la ONU estima que más de 5 millones de personas se quedaron sin casa.
Los sobrevivientes de la tragedia enfrentan situaciones durísimas de falta de agua, bajas temperaturas y precarias condiciones sanitarias.
En la localidad turca de Kahramanmaras, cerca del epicentro, se instalaron 30 mil tiendas de campaña y hay 48 mil damnificados en escuelas y otras 11 mil 500 personas en centros deportivos.
Hatice Goz, sicóloga y voluntaria en la provincia de Hatay, comentó que reciben “una avalancha de llamadas” de padres desesperados que preguntan por sus hijos desaparecidos.
La ciudad turca de Antakya, localidad milenaria, conocida como Antioquía en la antigüedad, fue arrasada y el terremoto derribó la mezquita más antigua del país.
“Este lugar tiene un significado muy importante para nosotros”, declaró Havva Pamukcu. “Era un lugar preciado para turcos y musulmanes. La gente tenía la costumbre de venir aquí antes de hacer el peregrinaje a La Meca”.
En la ciudad, los equipos de retiro de escombros comenzaron a instalar baños de emergencia. Un reportero de la agencia Afp aseveró que volvió la señal de telefonía.
El vicepresidente turco, Fuat Oktay, detalló antier que 108 mil edificios quedaron dañados, 1.2 millones de personas están albergadas en alojamientos estudiantiles y 400 mil fueron evacuados de la región.
El costo económico del desastre podría ascender a más de 84 mil millones de dólares, estimó la federación de empresas Turkonfed en un informe.