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Cultura

2023-02-14 06:00

Devela retrospectiva el firme compromiso de Lucian Freud con la esencia de la pintura

“Quiero que la pintura actúe como si fuera carne”, decía el pintor. Arriba, Autorretrato. En la imagen inferior, Muchacha con perro blanco.
“Quiero que la pintura actúe como si fuera carne”, decía el pintor. Arriba, Autorretrato. En la imagen inferior, Muchacha con perro blanco. Foto cortesía del Museo Thyssen-Bornemisza
Periódico La Jornada
martes 14 de febrero de 2023 , p. 7a

Madrid. El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza inauguró ayer una retrospectiva del artista Lucian Freud, que realizó de forma conjunta con la Galería Nacional de Londres, en la que se muestra, en más de 50 obras, la trayectoria de siete décadas de uno de los grandes creadores del siglo XX. El artista nacido en Berlín en 1922 fue uno de los máximos exponentes de la pintura y del grabado figurativo, junto con su amigo Francis Bacon.

Después de haber estado expuesta unos meses en uno de los centros mundiales del arte contemporáneo, la Galería Nacional, finalmente aterrizó en Madrid una de las exhibiciones más importantes del año, que pretende difundir aún más la obra de uno de los pintores más importantes de las décadas recientes y del que tan sólo el museo madrileño tiene seis obras. Con el mismo formato y el mismo número de obras se expuso en octubre pasado en Londres.

La pintura incisiva, subversiva y en ocasiones cruda de Freud siempre ha estado muy vinculada a la representación del cuerpo humano y a retratar al hombre contemporáneo en todas sus facetas; desde la ternura e inocencia de la niñez hasta la parte más sombría de la vejez, la decrepitud y el ocaso.

En la exposición se buscó, entre otras cosas, reflejar la enorme importancia que tuvieron en la obra y la vida de Freud, quien murió en Londres en 2011, los grandes maestros de la historia del arte. De ahí que al ver esta cuidada selección de 50 pinturas se note desde su vocación por el arte egipcio hasta su estudio minucioso de la técnica y la escuela de Ingres, Courbet, Rodin o Cézanne, pasando por Grünewald, Hals, Velázquez, Rembrandt, Daumier, Watteau o Géricault.

La muestra se divide en varias secciones que repasan la evolución y la temática del pintor: la primera, Llegar a ser Freud, está dedicada a sus primeras obras, con una decidida voluntad figurativa frente a las corrientes abstractas dominantes; después viene Primeros retratos, en los que se manifiesta su deseo de capturar la esencia de sus modelos.

La tercera sección es Intimidad, que muestra su predilección por retratar a personajes de su entorno; después Poder, retratos de personajes que acepta realizar siempre que acaten sus condiciones de trabajo; sigue el apartado El estudio, un espacio de trabajo convertido en protagonista de su obra, y, finalmente, La carne, integrada por retratos de desnudos que evidencian una profunda observación del cuerpo humano y de la mortalidad de la carne.

Aire neorromántico y surreal

El proyecto conjunto con la Galería Nacional pretendía, en palabras de la curadora Paloma Alarcó, mostrar al artista dentro de una línea de continuidad con el pasado, explicar que Freud era un visitante asiduo a las grandes pinacotecas del mundo, sobre todo las europeas. En resumen, se busca destacar el permanente compromiso del artista con la esencia de la pintura.

Alarcó explicó que “desde sus primeras obras, de mediados del siglo XX, de minuciosidad primitivista y cierto aire neorromántico y surreal, Freud tomó partido por el arte figurativo y adoptó una postura de resistencia en medio de las corrientes abstractas dominantes”. Explicó que “es así como el artista mostró su personalidad y su forma de pintar con esos hieráticos personajes, pintados con base en capas muy trabajadas sobre fondos planos, con atributos en sus manos, que revelan una atención a los pintores del Renacimiento del Norte”. Como ejemplo citó Muchacha con rosas (1947- 1948), retrato de Kitty Garman, su primera mujer.

Influencia de Bacon

En la muestra están algunos de sus primeros retratos, como Muchacha en la cama (1953) y Muchacha con vestido verde (1954), o la inquietante escena de Habitación de hotel, expuesto en el pabellón británico de la 27 Bienal de Venecia, en 1954, que marcó el final de su primera etapa de artista.

Después adoptó un cambio esencial en su forma de trabajar, que fue cuando decidió pintar de pie y moviéndose alrededor de sus modelos, con una proximidad física que le permitía apreciar los detalles más mínimos, además de utilizar pinceles más gruesos y, por influencia de Francis Bacon, “su pincelada se vuelve suelta y empastada, pero su forma de trabajar sigue siendo precisa, lenta y pausada, para captar la esencia de sus modelos”, según la curadora.

Freud pintaba siempre del natural y prefería retratar su entorno más próximo, amantes, amigos y familiares, para actuar con mayor libertad.

Su habilidad para evocar en sus pinturas una intimidad no erótica, como el cariño, la amistad o el afecto paterno, ha sido escasamente investigada hasta ahora. De ahí que en esta muestra se destaquen piezas como la de su amigo, el pintor Michael Andrews, y su mujer, June (1965-1966); la de sus hijas Bella y Esther (1987-1988), o Dos hombres, de la pareja de artistas Angus Cook y Cerith Wyn Evans.

La exhibición cierra con un capítulo que reúne varios retratos de desnudos monumentales y con una cita de Freud que explica esa vocación: “Quiero que la pintura actúe como si fuera carne”, frase que resume la pincelada cruda y vigorosa de este artista que marcó la historia del siglo XX.

La exposición se puede visitar en Madrid desde este martes y hasta el próximo 18 de junio.

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