Phoenix. Desde el primer día de la semana hasta la hora del Supertazón, la fiesta no cesó en espera del evento deportivo más visto en Estados Unidos, donde aproximadamente 100 millones de personas lo siguen por televisión, con un total global de 190 millones.
La proyección es de tal magnitud que el presidente en turno suele dar una entrevista previa al partido, pero esta vez, Joe Biden canceló su mensaje debido a las tensas relaciones que sostiene con la cadena FOX.
La edición 57, que se celebró ayer en Glendale, Arizona, significó el regreso de la euforia a este espectáculo, pues en los años anteriores estuvo opacado por las restricciones de la pandemia de covid-19.
De acuerdo con la NFL, más de 6 mil integrantes de la prensa de 24 países fueron acreditados para cubrir el duelo de los Jefes de Kansas City y las Águilas de Filadelfia, y los eventos relacionados en Arizona.
Los restaurantes estaban llenos de gente, fiestas atestadas, hoteles repletos, el tráfico bloqueaba las calles y había personas por doquier, como sucedía antes de la pandemia.
Aficionados de los Jefes vestidos de rojo inundaron las calles con el grito de “¡Tomahawk chop!” Una marea verde de seguidores de Filadelfia coreaban: “Go Birds” (vamos pájaros) y cantaban “Fly! Eagles! Fly! (vuelen, águilas, vuelen)”.
Uno de los grandes entretenimientos y más lucrativos en los eventos deportivos son las apuestas. A medida que se acercaba la hora de la patada inicial en Glendale, las preferencias variaban ligeramente.
Las Águilas, el mejor equipo de la temporada, se mantenían como favoritos, pero los Jefes de Patrick Mahomes, ganador esta semana del premio MVP del año, acortaban la distancia.
Sobre el papel, las estadísticas apuntan a uno de los supertazones más parejos de los últimos tiempos.
A pesar de los elevados precios de los boletos y los hoteles, bares y restaurantes del área de Phoenix se llenaron de seguidores de ambos equipos, a los que se unieron muchos con camisetas de otras franquicias, para disfrutar del gran espectáculo del deporte estadunidense.
Los compradores de entradas de último minuto desembolsaban hasta 4 mil dólares por los asientos más baratos aún disponibles.