Esta temporada reavivó, entre otros temas, el de los riesgos de los jugadores, incendiado por las tres conmociones que sufrió el mariscal Tua Taigovaloa. Durante años, la NFL minimizó el tema.
Las conmociones cerebrales en el futbol americano han causado escozor a los dirigentes y a los dueños de los 32 equipos. Enfrentan el re-to de ofrecer soluciones para cuidar la integridad y la salud de los jugadores; una vez que se retiran, ofrecerles mejor calidad de vida.
Un acuerdo por mil millones de dólares a comienzos de 2017 contuvo los reclamos de más de 20 mil ex jugadores de la Liga Nacional de Futbol Americano. Aunque muchos murieron –la NFL no da cifras oficiales de los fallecimientos ni del pasado ni presente–, se sabe que la mayoría fueron a consecuencia de conmociones cerebrales en uno de los deportes más practicados y seguido por millones de fanáticos en Estados Unidos y en otras latitudes.
De acuerdo con reportes, desde hace seis años se descubrió a más ex futbolistas con Encefalopatía Traumática Crónica (ETC), lo cual puso en alerta máxima al Sindicato de Jugadores (NFLPA, por sus siglas en inglés), para exigir a la li-ga más protocolos de seguridad, ade-más de que acompañaron a los cientos de familiares en las querellas presentadas.
En el millar de demandas, se acusó a la NFL de ocultar los peligros que sufrieron los jugadores por conmociones cerebrales durante décadas de manera repetida, informó en ese entonces la agencia Asociated Press.
Durante años, la NFL minimizó los casos y en vez de dar soluciones prefirieron callar. No soportaron más ante la presión mediática y comenzaron a aceptar los acuerdos de las familias afectadas.
Jugadores de ese entonces terminaron en las peores condiciones de salud: Alzheimer, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), demencia, depresión, agresividad y suicidio.
Ante lo que les explotó en las manos, la NFL no tuvo más remedio que aceptar lo que durante años silenció y comenzó a realizar protocolos hacia los jugadores.
En días pasados, el comisionado de la Liga, Roger Goodell, infor-mó que las conmociones cerebrales aumentaron 18 por ciento en la temporada regular y consideró que el incremento se debió a las medidas de diagnóstico actuales.
“Creo que ese es un motivo por el que las conmociones aumentaron este año, porque tenemos una detección más amplia.
“Si se tienen más evaluaciones, vas a tener más conmociones. Siempre que podamos cambiar los protocolos a fin de que sean más seguros para nuestros jugadores, lo haremos. No nos da miedo que los diagnostiquen. Eso es importante para nosotros y es por eso que los alentamos a que levanten la mano cuando presentan síntomas, para que podamos asegurarnos de atenderlos como es debido”, declaró.
A pesar de que la NFL ha tomado medidas para la seguridad de los jugadores que han padecido alguna lesión en la cabeza, en ocasiones estos protocolos avalados por científicos, médicos, dueños de equipos y la Asociación de Jugadores, son ignorados.
Protocolos en la mira
El dato más reciente y notable de esta temporada 2022-2023 se dio con el mariscal de los Delfines de Miami, Tua Taigovaloa, en la semana 3, en el duelo ante Bills de Búfalo. Y, de nuevo, se detonó la polémica.
Al hawaiano lo llevaron al vestidor como se aplica en los protocolos por una lesión en la cabeza y, según el equipo, estaba en condiciones para regresar al campo de juego con el argumento de que el tropiezo del pasador se debió a una lesión en la espalda poco antes del encuentro.
Días después, el jugador de 24 años ingresó al hospital por conmoción cerebral luego del juego de la semana 4 frente a los Bengalíes de Cincinnati. El equipo decidió que ese mismo día volara a Miami. La NFLPA reaccionó y pidió abrir una investigación por la posi-ble violación a los protocolos de conmociones cerebrales, dijo en un comunicado.
Lo peor estaba por venir y se dio en la semana 16 en el partido ante Empacadores de Green Bay, el 25 de diciembre. El mariscal del equipo de la Florida sufrió la tercera conmoción cerebral que lo dejó fuera de los playoffs y después del Pro Bowl Games.
A principios de enero, Tua escribió en Twitter: “Cuando termina un capítulo, comienza otro. ¡Orgulloso de este último, emocionado por el próximo!”
Hernandez y Adams
Los suicidios de Aaron Hernandez y Phillip Adams tras cometer asesinatos cimbró al futbol americano profesional. Hernandez, ala cerrada de Patriotas de Nueva Inglaterra con los que llegó a un Supertazón y anotó, causó baja del equipo el día de su detención en 2013. Condenado a cadena perpetua fue hallado colgado en su celda el 19 de abril de 2017. Tenía 27 años.
El documental de Netflix Killer Inside: The Mind of Aaron Hernandez revela la dramática y oscura historia del temperamental jugador. Su cerebro, al igual que los analizados por especialistas de la Universidad de Boston, reveló que el ex Patriota padecía ETC de etapa 2.
El mismo diagnóstico se dio con la autopsia de Phillip Adams, ex esquinero de San Francisco, Nueva Inglaterra, Seattle, Raiders, Jets y Atlanta. Se retiró en 2015.
Luego de asesinar a cinco personas se refugió en su casa y se disparó en la cabeza a los 32 años de edad en abril de 2021 en Rock Hill, Carolina del Sur.
La doctora Ann Mckee, quien examinó el cerebro de Adams, consideró que su estado de salud “era cada vez más paranoico, estaba teniendo más dificultades con su memoria y su conducta era cada día más impulsiva”.
La especialista en la Universidad de Boston reveló a la AP, el 14 de diciembre de 2021, que de los 24 (cerebros de) jugadores de la NFL diagnosticados con ETC, tras morir entre los 20 y 30 años, la mayoría tenía la etapa 2, como Adams.
La institución académica creó en 2008, el primer banco de cerebros en la investigación CTE, en jugadores veteranos de la liga.
El primer paso significativo de esta enfermedad cerebral se dio en 2002 por el neuropatólogo Bennet Omalu al realizar la autopsia de Mike Webster, estrella de los Acereros de Pittsburgh y de quien la franquicia aseguró que murió de un infarto.
Un estudio de tres lustros reveló que el jugador había recibido golpes en la cabeza equivalentes a 25 mil accidentes leves de tráfico como lo documenta La verdad oculta, película estrenada en 2015 con la investigación realizada por Omalu.