Edzná, Camp., El majestuoso Altar de la Gran Acrópolis, una de las mayores expresiones de la civilización maya, fue el sitio histórico que se eligió para condecorar al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. Satisfecho de la presencia de su homólogo, Andrés Manuel López Obrador planteó que el modelo de relaciones impuesto en la región se ha agotado, es anacrónico. “Es tiempo de expresar y de explorar otra opción, la de dialogar con los gobernantes de todos los países, en especial con los gobernantes estadunidenses, convencerlos de que una nueva relación es posible”.
Más tarde, en Campeche, durante la reunión bilateral pública en materia de salud, López Obrador ofreció a Díaz-Canel que México encabezará un movimiento más activo para unir a todas las naciones y defender la independencia y soberanía cubanas. “Nada de darle trato de país terrorista o ponerlos en la lista negra de supuestos terroristas. Es un pueblo y un gobierno profundamente humano”.
Durante la ceremonia de la condecoración, Díaz-Canel no ocultaba la satisfacción de recibir la Orden del Águila Azteca, en grado de Collar, el nivel máximo, que le confería su amigo López Obrador, rubricando la intensificación de los vínculos bilaterales. En su discurso, tras ser galardonado, manifestó su profundo reconocimiento al pueblo de México y su admiración e interés por la “amplia propuesta transformadora que defienden”.
Signo de los tiempos que corren en los nexos México-Cuba, un prolongado y fraternal abrazo entre los dos selló la nueva era en las relaciones bilaterales. Expresión de lo que en mayo pasado tuvo ya, en La Habana, una primera muestra con la condecoración José Martí que recibió entonces López Obrador en el Palacio de la Revolución.
Nueva Numancia
Breve discurso del mandatario mexicano a manera de “postdata” al decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación. Una nueva condena al modelo hegemónico estadunidense en el continente fue el preámbulo para exponer que “por su lucha en defensa de su soberanía, el pueblo de Cuba, representado por su presidente, merece el premio a la dignidad y esa isla debe ser considerada la nueva Numancia”.
Urgió al gobierno de Estados Unidos a levantar, lo más pronto posible, el injusto e inhumano bloqueo contra la isla, y citó las palabras de George Washington: las naciones no pueden aprovecharse del infortunio de otros pueblos.
Además, López Obrador condenó las infructuosas votaciones en la Organización de Naciones Unidas contra el bloqueo sin que nunca pase nada más.
Emocionado por la ceremonia –donde volvió a insistir en la imperiosa necesidad de dejar atrás las añejas políticas de dominación para plantear un nuevo modelo de integración continental–, rubricó su discurso con una arenga: “¡Qué viva Cuba libre y soberana! ¡Qué viva nuestra América! ¡Qué viva la fraternidad universal!”
En la plaza central de la zona arqueológica, considerada patrimonio de la humanidad, las dos comitivas escucharon los discursos que patentizaron la confluencia de visiones, la posición compartida de que la relación bilateral es una de las más sólidas en el continente.
“Querido amigo y hermano”, inició su intervención el mandatario cubano, quien comentó que no habría podido imaginar que alguna vez recibiría una condecoración tan importante de la “hermana República de México”, mucho menos que se le entregaría en un lugar tan simbólico, baluarte de la cultura mexicana.
Celebró que haya sido entregada en Campeche, porque es un sitio de identidad entre ambos países, pero que le dio pauta para la ironía y el relajamiento discursivo, porque “así campechanamente” es menos difícil recibir la distinción. “La recibo con humildad e infinito agradecimiento, consciente de que el auténtico merecedor de tan significativo reconocimiento es el pueblo cubano”.
Díaz-Canel hizo un recorrido por episodios históricos que enlazan el pasado común de ambos países dentro de sus procesos emancipadores, con especial énfasis en la presencia de Fidel y Raúl Castro, así como Ernesto Che Guevara en México. La remembranza derivó en la solidaridad bilateral: “Las nuevas generaciones cubanas nunca olvidarán la ayuda incondicional, desinteresada e inmediata de México en momentos de profunda tristeza y dolor para Cuba”.
En estos momentos, las dos naciones avanzan en identificar nuevas oportunidades y proyectos de beneficio mutuo, en un marco de creciente empatía, señaló. “Me honra que sea usted, infatigable luchador por sociedades más justas, quien nos entrega en nombre de México tan alta distinción”.
Ofreció garantías a México de que siempre encontrarán a un pueblo cubano decidido a enfrentar retos.
Al determinar que la ceremonia se efectuara en ese lugar se tuvo un doble propósito, pues también permitió una supervisión rápida de los avances del Tren Maya en la estación de Edzná. “Es impresiónate este proyecto”, definió en una frase Díaz-Canel sobre una de las obras emblemáticas de López Obrador, en la que Cuba aporta 20 mil toneladas de roca de balasto para su construcción.