Santiago. Mientras los incendios forestales que se iniciaron hace 11 días en el centro-sur de Chile están imparables, arrasando hasta ahora 366 mil hectáreas de plantaciones de pino, eucaliptos, bosque nativo y campos agrícolas, exténdiendose de manera peligrosa hacia el norte, en el país emerge un debate acerca de la responsabilidad de la industria y su modelo de producción en la ferocidad de los fuegos.
Desde los últimos días de enero y hasta la fecha, en Chile hubo 321 siniestros forestales, 94 aún fuera de control. La extensión quemada equivale a un área de 60 kilómetros de largo por 60 kilómetros de ancho, aproximadamente.
Y es que pese al despliegue de recursos –hay más de 160 aviones operando, incluidos tres de grandes capacidades; decenas de carros bombas, miles de bomberos, brigadistas, incluidos especialistas de México, Colombia, Brasil, Ecuador, Venezuela, Argentina, Portugal y España, militares y voluntarios– las condiciones ambientales, entre ellas las altas temperaturas, mínima humedad y fuertes vientos favorecen la propagación.
Autoridades y expertos han dejado entrever que es poco probable que se puedan extinguir los siniestros antes de que concluya el verano, hacia fines de marzo.
Hay 28 personas detenidas sospechosas de haber iniciado fuegos, ya sea por negligencia o intencionalidad criminal. Rige el toque de queda nocturno en 28 municipios, como prevención a la piromanía.
La industria reacciona: no tenemos culpa
Conforme la voracidad de las conflagraciones y sus secuelas quedó expuesta, con comunidades sitiadas por bosques en llamas, los caseríos calcinados, personas aterrorizadas apenas escapando y animales huyendo despavoridos, el modelo forestal intensivista quedó en la palestra.
El presidente chileno, Gabriel Boric, quien ha visitado los poblados afectados, abordó el tema el viernes, cuando un reportero rural lanzó: ¿Qué va a hacer el gobierno para regular que estas empresas (no) sigan talando bosques y rodeando y afectando a nuestras aldeas rurales?
“Tú planteas una discusión que tenemos que dar como sociedad respecto de los sectores productivos y cuál es su impacto en las comunidades. Hoy no es el momento de entrar en una confrontación entre los diferentes sectores porque nos necesitamos todos para apagar los incendios, pero no cabe ninguna duda que se viene un debate de una mejor regulación, en particular de la industria forestal, para que estas situaciones que estamos viviendo se puedan prevenir”, contestó desde Quillón, una localidad de 7 mil habitantes, donde hay 130 casas quemadas.
En reacción, el empresariado afirmó que “es improcedente y totalmente fuera de contexto que las autoridades abran un debate sobre la industria forestal, que no tiene relación alguna con los acontecimientos”, y pidió “evitar comentarios que lo único que hacen es dañar la confianza que el país requiere para enfrentar las trágicas circunstancias”, dijo la Sociedad de Fomento Fabril.
El dedo en la llaga lo puso Ana Albornoz, alcaldesa de Santa Juana, poblado de 10 mil habitantes en el epicentro de las llamas, gravemente dañada, con cinco muertos, que ella describió como “una gran plantación de monocultivo forestal con unas casas adentro”.
“¿Qué estamos esperando? Sabemos lo que tenemos que hacer. Tenemos que pedir un royalty (regalía) para las empresas forestales; debe tener fondos con medidas a corto, mediano y largo plazo”, comentó la gobernante.
En Chile hay más de 3 millones de hectáreas de pino y eucaliptos, especies no nativas altamente inflamables, explotadas para producir celulosa y madera. Casi totalmente pertenecen a dos conglomerados: la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), de la oligarca familia Mate Larraín, y la Forestal Arauco, del grupo Angelini; dos de las más grandes fortunas, valoradas en torno a los 4 mil millones de dólares.
El ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, terció en el tema: “Acá tiene que haber un nuevo trato, y parte de ese nuevo trato es que una porción de la tributación quede en los territorios”.
Agregó que “necesitamos acuerdos para que las crónicas de problemas anunciados no vuelvan a ocurrir, como la falta de mayor distanciamiento entre los cultivos forestales con las ciudades, la falta de caminos cintura, la falta de control de loteos irregulares y los permisos de edificación.
“Hay que ser más productivos para evitar esta vulnerabilidad, acá tiene que haber corresponsabilidad en todo lo que viene y cumplirlo”, expuso el funcionario.