Ciudad de México. A finales de la década de los 90, Perla Ciuk era crítica de cine en el diario unomásuno y se topó con un problema recurrente: al escribir sobre las producciones mexicanas, no encontraba datos sobre los realizadores contemporáneos, como trayectorias o formaciones.
El de 1999 fue un año de quiebre –le parece–, ya que en las producciones mexicanas no sólo surgió un lenguaje distinto, sino también una manera diferente de contar las historias e incluso de abordar otros temas en cintas llamativas, como Sexo, pudor y lágrimas (1999), de Antonio Serrano; ¿Quién diablos es Juliette? (1997), de Carlos Marcovich; Santitos (1999), de Alejandro Springall, o Todo el poder (2000), de Fernando Sariñana.
“Los pongo de ejemplo, pues no había una sola publicación de ellos. Había libros de los directores icónicos que tenías que buscar en la Cineteca Nacional, en alguna biblioteca o en el trabajo de Emilio García Riera o de Jorge Ayala Blanco, que básicamente se ocupan de las películas y no de los realizadores”, explica la investigadora, egresada de la carrera de comunicación con especialidad en cine, posgrado en análisis y crítica cinematográfica por la Universidad Anáhuac.
Ante esta carencia, recurrió a uno de sus ex profesores, Alejandro Pelayo Rangel, entonces y actualmente director de la Cineteca, para plantearle un proyecto con una finalidad más que práctica: crear un diccionario de realizadores mexicanos. Empero, a medida que profundizaba la investigación y se concientizaba del rigor en el tratamiento de los datos, supo que no bastaba elaborar una simple ficha de un par de párrafos, sino recurrir en lo posible a las fuentes originales, es decir, a los directores vivos.
Así, además de investigar en todos los archivos disponibles, como la Filmoteca de la UNAM, el Imcine, la Fundación Televisa o la Cineteca misma e incontables libros, periódicos y artículos, elaboró una lista de los directores nacionales desde 1896, año de la llegada del cinematógrafo, y junto con su equipo localizó y contactó a los que estaban vivos; les enviaron un cuestionario y les pidieron revisar, corregir y aprobar su ficha individual, con información veraz y confirmada.
Finalmente, en 2000, salió de imprenta la primera edición del profuso Diccionario de directores del cine mexicano (Conaculta), compendio con 530 creadores que incluía a todo aquel que hubiera hecho un largometraje de ficción comercializado en la cartelera nacional, sin juicios subjetivos y evitando el desprecio de la época por los realizadores de cine popular, incluido el de ficheras, luchadores o las comedias.
“Aquí están los que hacen cine comercial, de autor, independiente y los muchachos que no quieren esperar a que les otorguen el apoyo de alguna institución”, explica la ex colaboradora de Reforma, Confabulario de El Universal, The New York Times y Radio 13.
Tras una segunda edición en CD-Rom de 2002, con 13 directores debutantes y 5 mil fotografías de cine nacional, además de una tercera en dos tomos que se publicaron en 2009, ya con 657 biografías, ahora este estudio será lanzado en línea el jueves 16 de febrero, como página electrónica de libre acceso (diccionariodedirectoresdelcinemexicano.com), con 850 realizadores, 60 mil fotofijas, 6 mil carteles y avances, además de actualizaciones cotidianas de secciones como In Memoriam, Anatomía de una escena, noticias, enlaces, reportajes, estadísticas, presentados con la interactividad de los documentos digitales.
“Esta transición tecnológica abrió una oportunidad increíble para que llegue a millones de personas en todo el mundo a través de un sitio web gratuito con todas las posibilidades de incluir 100 o más imágenes y no sólo un documento escrito, corregir datos, incluir en el momento a quien murió o debutó, o mirar un video con entrevistas. Luego de tres años de trabajo, la verdad es que se hizo un buen trabajo, aunque tenemos todavía mucho material que incluir, pero necesitamos tiempo y recursos”, concluye.
Este proyecto se presentará el miércoles 15, a las 19 horas, en la Cineteca Nacional.