Asumir la dirección del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria (CDH Vitoria) y suceder a Miguel Concha Malo, quien cofundó esta organización en 1984 y la encabezó “con gran capacidad y lucidez”, es un gran reto por enfrentar, aseveró fray Gonzalo Ituarte Verduzco. En esta nueva etapa, expuso, se trabajará para dar continuidad a su legado, pero también se afinará la mirada “a las necesidades más fundamentales” y, sobre todo, en las que hay menos defensores, como en la atención a mujeres migrantes víctimas de violencia y trata de personas.
En entrevista con La Jornada, destacó que en el contexto actual, marcado por el crimen organizado, y ante la “descalificación” de la labor de los defensores de derechos humanos, los actores principales de esta labor deben ser las víctimas y personas afectadas.
En el Centro Universitario Cultural, del que Ituarte Verduzco es también director y donde el CDH Vitoria tiene sus oficinas, recordó que fray Miguel Concha, a quien acompañó hasta su fallecimiento el 9 de enero, fue “un hombre fiel, congruente y bueno“. Logró ir enfocando la organización en los problemas locales y nacionales “y mantuvo siempre presencia en la coyuntura fundamental, con capacidad de diálogo muy relevante, porque es reconocido tanto en sectores gubernamentales como en los sociales y populares y ambientes eclesiásticos”.
Además, su “serena reflexión” le permitió “denunciar con firmeza y claridad, sin llegar a la descalificación”, resaltó el fraile dominico, quien también preside Serapaz.
Ituarte Verduzco admitió que “es un reto enorme suceder a alguien del tamaño” de Miguel Concha; sin embargo, manifestó que sus antecedentes de relación con él, el CDH Vitoria y el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, en Chiapas (del que es fundador), hizo que su nombramiento, el 31 de enero pasado, “fuera una consecuencia natural”.
Sobre sus proyectos para el CDH Vitoria, sostuvo que no se renunciará a los campos de acción fundamentales, como es la labor formativa mediante la escuela para jóvenes en defensa de los derechos humanos y el trabajo a favor del medio ambiente, la tierra y el territorio, los pueblos indígenas y las mujeres víctimas de violencia de género.
Sin embargo, precisó, “no cabe duda que vivimos en una etapa histórica de profundas transformaciones, de conflictivas situaciones que nos han de hacer afinar nuestra mirada adonde están las necesidades más fundamentales”. Una de ellas, aseveró, son las mujeres migrantes víctimas de violencia y trata, un “negocio brutal” e inhumano.
Ituarte Verduzco (quien trabajó estrechamente con el obispo Samuel Ruiz y colaboró en 1994 en la mediación del diálogo por la paz entre el EZLN y el gobierno) advirtió que los efectos del crimen organizado, “la violación al derecho a la vida y a la paz es brutal y de tal magnitud que, aunque todos los centros de derechos humanos nos dedicáramos a ello, no será nunca suficiente”. Sumado a esto, agregó, están la confrontación y la polarización nacional. No obstante, también reconoció que hay elementos positivos “que están impulsando los derechos de los pobres y de los pueblos indígenas”.
Lamentó que desde el gobierno haya “descalificación” general hacia los defensores. Es “profundamente injusta y no reconoce que esa lucha es la que ha hecho posible en mucho el avance de los derechos humanos”.